Algunas reflexiones en torno a la Vida: 2.- SER PROTAGONISTA

Creado por:

Carlos Lasserre

Un día tuve la suerte de escuchar el siguiente ejemplo revelador que les comparto: Un profesor le solicita a un alumno que sostenga un libro con sus manos el mayor tiempo posible. Luego de un rato, y ante la dificultad de seguirlo sosteniendo, el alumno lo deja caer al suelo. El profesor toma el libro y le pregunta a la clase: “¿Por qué se cayó el libro?”. Un alumno contesta: “Porque mi compañero lo dejó caer”. “Bien” dice el profesor. “Alguien más?”. “Si, porque existe la ley de la gravedad”. “Muy bien” dice el profesor, y luego complementa “La respuesta correcta en realidad son ambas. El libro no se hubiese caído si lo dejáramos caer, pero tampoco si no existiese la ley de la gravedad. 

Esto quiere decir que existen variables que son endógenas, es decir, que podemos controlar, como por ejemplo dejar caer el libro. Y otras que son exógenas, que no podemos controlar, como por ejemplo la ley de la gravedad. En esto se sustenta la principal diferencia entre los protagonistas y las víctimas. Los primeros se centran en aquello que pueden cambiar, y los segundos, en lo que no pueden. Y como no pueden cambiarlo, se victimizan. "Ustedes trabajen en fortalecerse para sostener el libro por mayor tiempo, de la gravedad que se encarguen otros”.

Existe una frase que aporta otra clave a este concepto, de Denis Waitley: “Existen dos grandes alternativas en la vida: aceptar las condiciones que existen o aceptar la responsabilidad de cambiarlas”.

La palabra mágica en esta frase es “responsabilidad”. Una característica de los protagonistas es que se hacen responsables de lo que ocurre alrededor de sus vidas, y por tanto, se atribuyen el poder de modificarlo. Normalmente las víctimas hacen todo lo contrario, centran la responsabilidad de lo que les ocurre en otras personas,  cediendo todo el poder que necesitan adquirir para modificarlo.

Una vez que el concepto madura en nosotros, comenzamos a ver la vida desde otra óptica. Probablemente existan muchas cosas en la vida que no controlemos, pero el éxito que obtengamos en nuestros planes no se esconde detrás de la baraja de naipes que nos entregaron, sino en lo que hacemos con ellos. Cambiar el “¿Por qué?” por el “¿Para qué?”. Pero para llegar ahí, es necesario primero estar dentro del juego y jugarlo. Esto aumenta nuestras probabilidades de alterar el resultado y hacerlo propio, mucho más que si solamente nos dedicamos a ser espectadores y lamentarnos. No existe nada peor que cargar con fracasos ajenos.

Es necesario precisar que la vida del protagonista suele conllevar el cargar con peso de decisiones que no siempre son fáciles o de final feliz, ya que la contraparte de la responsabilidad son los sacrificios. Y que la víctima normalmente o no toma decisiones o se deja arrastrar por decisiones ajenas, en esa búsqueda constante de esquivar la responsabilidad. Pues entonces se debe recordar que no tomar una decisión sí es en el fondo tomar una decisión y por ende trae una consecuencia,  y que no atribuirse una responsabilidad no significa no tenerla.

Dos ejemplos prácticos para desarrollar este tema:

Ejemplo 1:

Prepara un listado con todo lo que no te gusta de tu vida, y en una segunda columna anota las causas. Luego en una tercera columna, anota una acción concreta que puedes realizar para modificar el aspecto que no te gusta. Una vez terminada la tercera columna, borra la segunda. Ejemplo: “No he viajado lo suficiente”, luego “no tengo el dinero que se necesita, no me pagan bien en mi trabajo” y finalmente “me comprometo a ahorrar x% cada mes para conseguirlo”. En una cuarta columna anota una fecha de compromiso. Esto aterriza el sueño y lo convierte en objetivo.

Ejemplo 2:

Prepara un listado con todo lo que consideras importante que hayas conseguido en la vida, y en una segunda columna anota todas las acciones que realizaste para conseguirlo. Un consejo: una vez terminado el listado del ejemplo 2, vuelve a revisar el listado del ejemplo 1. Seguramente nacerán ideas para completar la tercera columna. Somos nuestro mejor ejemplo.