sábado, 20 de mayo de 2017

El Oxilon (Cuarta Parte)












Creado por:

Víctor Tapia

El Oxilon: Tercera Parte                                                                 El Oxilon ¿Quién es?

EN EL PARQUE ALEMÁN


En otro tiempo, en un pueblo perdido entre montañas y valles, vivía en ese lugar gente humilde y trabajadora, Karina era una niña de 16 años que sólo se preocupaba de ayudar a sus padres y al trabajo en el campo. En el pueblo vivía un agricultor de buena situación económica que siempre estuvo enamorado de ella, pero Karina, rechazó una y otra vez sus intenciones amorosas. Una mañana de invierno llegó un destacamento montado del ejército de Chile, entre ellos un joven de unos diez y siete años, Karina se enamoró de ese joven y se embarazó, después de un breve tiempo el destacamento partió y con él, el joven.

El agricultor le propuso a Karina que se casara con él y se haría cargo del niño y de ella. Karina aceptó, pero después de un tiempo el agricultor se dio cuenta que seguía enamorada del joven militar y que nunca lo querría a él.

El agricultor lleno de odio y de rencor maldijo a Karina y al hijo que llevaba en su vientre, la maldición fue poderosa, era de muerte, Karina cayó enferma y cuando se había perdido toda esperanza ingresó al pueblo un extraño que se llamaba Jeremías, un mago blanco, acudió en ayuda de la enferma y logró salvarle la vida.

- Mamá siento un peso tan grande en mi espalda, es como si estuviera cargando con una persona, no tengo energía me cuesta mucho hacer las cosas y mis sueños son cada vez más horribles por lo que trato de no dormir.

Camila, bruja blanca, madre de Nicol, sabía lo que estaba ocurriendo con su querida hija, a pesar de toda su sabiduría y poderes no podía ella sola con el demonio que cargaba Nicol.

Entonces Camila me pidió ayuda, le dije que tenía que consultarlo con el grupo porque era una situación muy seria y no habíamos realizado exorcismos. El grupo que para ese entonces se llamaba Proyecto Uno aceptó el trabajo.

Sentamos a Nicol en una silla, la amarramos para protegerla a ella y a nosotros, comenzamos el ritual, al tiempo de unos minutos Nicol hizo una rotación de la cabeza y al volver a su centro ya no era Nicol era otra persona, rio cínicamente, sus ojos llenos de odio me miraron fijamente, sin darnos cuenta se liberó una mano y me apretó un pectoral, con tanta fuerza que caí de rodillas, todos trataron de quitar su mano, pero no pudieron.

- Quién eres le grité, quién eres.

- ¿Acaso ya no me recuerdas, Jeremías?

Con esa respuesta que dio supe quién era él y quién había sido yo, con ese conocimiento pudimos rescatar a Nicol, hacerla volver a su centro y terminar el ritual.

Logramos detener el avance de ese demonio en la posesión de ese cuerpo, pero no logramos expulsarlo se necesitó de otros rituales para expulsarlo. Nicol desde ese momento no ha sentido ese peso que la aplastaba, ahora es una mujer dedicada a su profesión, a su familia y a su deporte que es el semifondo en el atletismo.

Siempre sé de ella y monitoreo cada cierto tiempo su estado. Esta situación que pasó ya hace un tiempo me confirma que muchas personas son infelices y sufren porque están cargando mochilas que no les corresponde cargar, con la columna desviada con tanto peso, viven un eterno conflicto con ellos mismos y con los demás, por acciones de sus antepasados.

Frecuentábamos también otros lugares como un camping llamado el Parque Alemán, en los faldeos cordilleranos de Pirque, atrás del parque hay un fundo y yo hice un camino que duraba dos horas y media ida y vuelta en medio del bosque, este camino terminaba en un cerro pequeño, también con sus historias y eventos sobrenaturales.

 La primera vez que me interné en el bosque me perdí, la segunda también me perdí, la tercera me di cuenta que tenía que hacer un camino con marcas, pero dije para qué voy a marcar los primeros mil metros si es fácil desde aquí, pues bien, en los mil metros sin marcar me volví a perder, después cada un minuto de marcha lenta tenía una marca desde el inicio hasta el final del camino, tengo las numerosas fotos que nos sacamos en ese lugar, los Orbs (son almas de difuntos o seres de otra dimensión, que de alguna manera tratan de manifestarse y quedan recogidos por la tecnología) son circunferencias medias verdosas, semejantes a las que vi en el hotel San Carlos.

Utilicé el Parque Alemán como centro de entrenamiento, tenía que vencer el miedo, comencé a hacer ese camino solo en la noche, acompañado de mi perrita bóxer la Zaphiro. Una noche venía de vuelta por el camino que tenía marcado y a veinte metros aproximadamente hacia mi derecha había un haz de luz que caía de las nubes hasta el bosque, yo miré de reojo sin ninguna intención de averiguar lo que era, pero la Zaphiro salió corriendo a ese lugar, la llamé, le grité, pero no venía, sabía que si me salía del camino marcado me perdería pero pasaron cinco minutos y la Zaphiro no venía, comencé a caminar hacia el haz de luz, di unos cinco pasos y entre la oscuridad del bosque vi un bulto que venía muy rápido hacia mí, era la Zaphiro. Nunca sabré que pasó en esos cinco minutos con mi mascota y ese haz de luz. Retomé el camino siguiendo las marcas.

Otra noche cuando me faltaban como veinte minutos para llegar al campamento, venía con la Zaphiro y de pronto me tomaron de la espalda. No pude soltarme comencé a sudar frío, jalé fuerte pero no me soltaban, muy angustiado miré para atrás y el miedo se transformó en carcajada, pues una rama de un árbol se había enredado con mi mochila y no me dejaba avanzar.

En el camino que marqué había un lugar en donde se encontraba un ara natural creada por un grupo de grandes eucaliptos, formaban un círculo, siempre que nos sacamos fotos en ese lugar aparecían orbs y presencias extrañas.

Un fin de semana fui a acampar con mi curso que era un cuarto medio, hicimos el camino marcado en la noche, no les mencioné el ara, pero cuando veníamos de vuelta los llevé al lugar sin decirles nada, comenzaron a sacarse fotos y salieron los orbs, les expliqué lo que eran, quedaban como treinta y cinco minutos para llegar al campamento, al reiniciar la marcha comenzaron a hablar de demonios y a burlarse, les dije que no lo hicieran pero continuaron con lo mismo, a los pocos metros de caminata y al llegar a una muralla natural de plantas y maleza se sintió como una máquina gigante que se venía por el otro lado de la muralla, tan potente y fuerte que yo caí de rodillas con el piolet apuntando a la muralla, un alumno se orinó y otros cayeron al suelo con mucho miedo, de pronto el sonido se detuvo y por entre las plantas y la maleza apareció la cabeza de un caballo negro que relinchó con mucha rabia, la cabeza del caballo se retiró de la maleza y se sintió nuevamente el sonido de una máquina que se alejaba, el resto del camino lo hicieron muy juntos y callados.

 Logré mi objetivo: estar solo en la noche en medio del bosque, recorrerlo con todas las manifestaciones que allí ocurren, vencer el temor, estas caminatas me hicieron más fuerte.Los cuidadores del Parque Alemán ya me conocían, un día me hablaron.

Profe ¿sabe cómo le pusieron la gente que vive en el fundo?

No sabía que allá vivía gente.

Sí; los guardias que andan a caballo siempre lo ven, y le pusieron, el Solitario, donde siempre camina solo.

De regreso en la Cruz Roja, recibimos una triste noticia, Mario y Carolina, nos informaron que les salió su casa, pero el nuevo cuidador ya sabía de nosotros y no tendríamos ningún problema para seguir acampando en el lugar. La Cruz Roja desde que llegamos había cambiado ya no era la misma se sentía por primera vez paz, fueron tres largos años de un trabajo invisible e intenso, ya casi todo era diversión y alegría.

Conocimos al nuevo cuidador se llamaba Sergio, era medio hippie; su pareja, una mujer joven no cuidaba su apariencia física, era chocante verla con las piernas sucias, siempre iba a donde estábamos nosotros a pedir licor si es que teníamos, tenían dos hijos y esos niños siempre andaban sucios y a medio vestir.

Sergio comenzó a llevar a sus amigos. Se emborrachaban y armaban líos. una mañana me levanté temprano, salí a caminar por el bosque cercano a la casona, de pronto observé que a muchos árboles les habían sacado la corteza y tenían dibujados símbolos que no conocía, ingresé a la casona, comencé a caminar, entré a una pieza que estaba al final de una galería, sentí mucha tristeza porque me di cuenta que habíamos perdido a la Cruz Roja, pues en las murallas de esa habitación estaba esparcido excremento humano, el olor era insoportable, y al fondo de la habitación un altar, comprobé que se estaban haciendo misas negras.

Fue el último fin de semana que pasamos en la Cruz Roja, de eso han pasado como cuatro años, con el tiempo supimos que despidieron a Sergio.

 Nosotros no fuimos a la Cruz Roja. La Cruz Roja nos llamó, con nosotros se iluminó y le dio paz a aquellos espíritus que fueron niños y solo conocieron el sufrimiento y la soledad.
Cada vez que vamos al Cajón del Maipo pasamos por la Cruz Roja, yo sé que algún día vamos a volver, porque el trabajo quedó inconcluso. Sigo pensando en esto de las coincidencias porque ahora que estoy decididamente escribiendo este relato se ha dado la posibilidad de que volvamos a la Cruz Roja y antes de que lo termine estaremos allí nuevamente.


- ¿Ya no te acuerdas de mí? 

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