lunes, 10 de agosto de 2015

¡Llevadme a donde queráis! ¡Hoy no trabajo!

Por: Vicente Zambrano

Para quienes lean este aventurado, sugestivo, íntimo y bien intencionado trabajo, quería pedirles “perdón por” y a la vez “permiso para” colocar, en el vasto y fértil campo de vuestra mente, una semilla de la que brote la curiosidad para investigar, descubrir y darle la oportunidad a conocimientos que, por antiguos, la humanidad, en sus “reformas educativas” (por nombrarlo de alguna manera) fue dejando de lado como simples figuras o estampas literarias, sustrayéndoles la profundidad que poseían, siendo creadas (y en esto especulo) por verdaderos estudios que la inteligencia de la época dio a luz. Verán…

Cuando era un escolar, tuve la suerte de ganar, junto con los miembros de mi grupo de teatro, una colección de libros de mitología griega para niños. En aquel  momento, decepcionados por no tratarse de un juguete, cada uno llevó un libro de la colección a su casa. Afortunadamente, decidimos leer el libro que nos tocó  y, para sorpresa nuestra, las historias, junto con sus gráficas didácticas, eran entretenidas. Luego de devorar mi primer libro, decidí intercambiar libros con mis otros amigos y así ¡todos tuvimos oportunidad de leer la colección completa! Nos volvimos expertos en las historias mitológicas (contadas a nivel infantil, claro está). Pero,  a falta de  la madurez necesaria, no imaginamos o concluimos en las enseñanzas escondidas en esas historias.

En estos días en los que mis necesidades intelectuales me llevan a leer diversos e interesante temas, leí algo acerca de la relación entre la Mitología (sobre todo la griega) y la Psicología. Pues dicen los estudiosos que para la Psicología, los mitos han sido ese primer paso para que esta ciencia trate de entender la conducta humana; es como si “los griegos utilizaran los mitos para hablar de los patrones psicológicos del alma”. También se dice que Sigmund Freud, habría utilizado temas de las estructuras mitológicas más antiguas, que mostraban las maneras de percibir el mundo,  para ejemplificar los conflictos y mecanismos de la vida psíquica inconsciente. Bueno, al respecto, esto explicaría por qué síndromes, complejos, fobias y demás del vocabulario psicológico, tengan sus orígenes de personajes de la mitología.

Entonces yo, haciendo caso a lo que otro gran psicólogo llamado Carl Gustav Jung  afirmaba, al decir  que “si el hombre actual quiere liberarse de su letargo, deberá encontrar el sentido de su existencia a través de la profundidad de sus propias fuerzas inconscientes, por cuanto la psique es originaria e intrínsecamente creadora”, empecé a buscar sentido a las historias que leí y he "redescubierto" a la mitología de mi infancia que con sus alegorías, representa el comportamiento del hombre en todos los tiempos.  Entonces, concluí (lo que de seguro no es sorpresa para la mayoría) que el Olimpo, “lo más alto” de aquella tierra de mitos, en donde vivían los dioses, era la misma mente humana, dado que cada deidad es la representación de sus emociones, pasiones y temores. Al fin y al cabo siempre hemos leído y escuchado que estamos dentro de un dios y un dios está en nosotros; para este caso, los dioses son todas esas expresiones humanas que nos caracterizan.

Animado por estas conclusiones, hice un análisis de una de mis historias favoritas, tal como la recuerdo:

Se trata de Hefestos, el deforme hijo primogénito que avergonzó con su existencia a la arrogante y vanidosa pareja real de los dioses del Olimpo: Zeus y Hera. Como se acostumbraba en la época, la madre, Hera, arrojó a su hijo recién nacido desde lo más alto de una montaña, para que muriera, porque no sería “útil a la sociedad o para la guerra.

Mi comentario: Doy la razón a lo que se expresa, de que el hombre ignorante y ensimismado no soporta la “fealdad” ni la “incapacidad física” externa. Es como si en el fondo quisiera borrar el pasado de la fealdad que atravesó durante su evolución. Como resultado aún no hay acuerdos ni consideraciones definitivas para encajar en la sociedad activa a quienes presentan capacidades distintas. No se ve más allá de lo físico. Por otro lado, si de encajar en un grupo social se trata, existe también una costumbre individual de negar o esconder una capacidad o característica distintiva en sacrificio por pertenecer a un grupo que, probablemente, esté equivocado, pero la distorsión de los valores pesa más al momento de la aceptación de las diferencias. Continuemos...

Fue tal la fuerza con la que Hera lanzó al pequeño Hefestos, que éste voló por días hasta caer en el mar. Afortunadamente, fue rescatado por las diosas Tetis y Eurínome, quienes lo criaron en la clandestinidad, pero nunca le negaron el conocimiento de su origen. Entonces, el rechazo que sufrió de sus desnaturalizados padres, llenó a Hefestos de resentimiento. Pasado el tiempo y contra todo pronóstico, en lugar de convertirse en un dios de los mares, donde fue criado, Hefestos sintió, más bien,  atracción por el fuego, la forja y los elementos  y los dominó al punto de convertirse en un artesano diestro y creador de maravillas.

¿Qué pienso?: Pues el fuego es símbolo de cambio, purificación y sacrificio. Para Hefestos, la posibilidad de resolución práctica de sus problemas y, en el caso de Prometeo, la claridad del conocimiento.  Un dios/niño rechazado, se sintió atraído a ese elemento. Quiso transmutar su infortunio en fortaleza.  No se quedaría sumido en la pena de un rechazo. Estaba preparado a superarse. Es, a mi forma de ver, la decisión positiva de quien vive en desventaja.

Con su talento y el agradecimiento profundo que sentía por sus madres putativas, el ahora dios artesano creo las más bellas joyas para Tetis y Eurínome; joyas que más tarde Hera vio en el vestuario de las diosas y, con la envidia que le caracterizaba, exigió saber quién las hizo. Las diosas no podían negarse al requerimiento y confesaron que fue Hefestos el creador de tales maravillas. Hera, solicitó a las diosas que le pidieran a Hefestos (de quién no tenía la más remota idea) una creación “digna” de su belleza. Tetis y Eurínome transmitieron el deseo de la diosa-reina, a Hefestos y éste encontró la “oportunidad de oro” para vengarse de su madre; así que hizo para ella el trono más hermoso que ojos mortales y divinos hayan visto. Cuando el regalo llegó a la casa de los dioses, Hera se sentó de inmediato sobre su regalo y, para su sorpresa, quedó atrapada por cadenas invisibles que ni las fuerzas de todos los dioses juntos podían romper.

¡Caray!: Pues, pensando en el caso de Hera, no es necesario ahondar en los terribles e inevitables desenlaces a los que una persona es llevada, por la enfermiza necesidad de satisfacer su arrogancia y ambición “sin importar qué”. Nada en sus recursos propios (otros dioses) podrá deshacer el desastre que fue creando para sí, sin haberlo considerado. Sigamos con el relato…

Desesperado, Zeus ordenó traer al Olimpo, al responsable de aquella ofensa. El primero en ir, fue Ares, dios de la guerra, conocido por belicoso, brutal y falto de inteligencia.  Éste intentó llevarlo a la fuerza, pero Hefestos  le propinó un severo golpe en la cabeza y lo expulso de su fragua. Ni siquiera Hermes, dios de las comunicaciones y el comercio, pudo, con su afamada elocuencia, convencer a Hefestos de liberar a su diosa-reina.

Miren qué familiar me parece: Esta fortaleza del fuego y seguro de la inteligencia, venció a la brutalidad de instintos y a la engañosa lógica que, desde una posición pesimista, hubieran hecho retroceder a la decisión de Hefestos, en revelar el error y el mal causado por quién debió protegerlo ¿No les parece que en cada revolución humana hay un toque de la obstinación de Hefestos en respuesta a la represión intentada por los elementos de poder del momento? Claro está, que la cegadora agresividad o el pesimismo pueden atacar a un ser desde su interior (sus propios dioses) o desde el exterior (antagonistas). Concluyamos la historia…

Entonces se ofreció Dionisio, dios del vino y el éxtasis  quien, con actitud amistosa, se reunió con Hefestos y lo embriagó, a tal punto que, llevado por el momento, exclamó a Dionisio y sus acompañantes: “¡LLEVADME A DONDE QUERÁIS! ¡HOY NO TRABAJO!”. Decisión sin precedentes en la férrea personalidad de Hefestos. Y, montado sobre una mula y sin control de sus sentidos, Hefestos fue llevado al Olimpo. Cuando pasó su embriaguez, se conmovió por el sufrimiento de su madre y la liberó. Desde entonces, Hefestos  tomó la posición que le correspondía entre los dioses.

Mi opinión es que: Aquí se muestra claramente el fracaso de un propósito válido (al menos para uno de los extremos de una realidad particular), cualesquiera sea el ámbito, cuando los sentidos son invadidos, seducidos y vencidos, por placeres directos, perfectamente pensados para "atontarlos", obstruyendo el discernimiento. El fuego de Hefestos, en esta historia, se extinguió o, en el mejor de los casos, se minimizó, con el vino y los placeres que Dionisio le proporcionó, olvidando su intención, fallándole a su convencimiento y, cuando estuvo a merced de todo el Olimpo, es decir, ante todas las emociones, todos los placeres, todos los temores, toda la manipulación en vigor, Hefestos hizo lo que se le pidió y se mimetizó y se mezcló con el resto de los dioses.

¡El pensamiento es veloz! Igual que mis analogías respecto a los eventos de actualidad, en donde cada uno de nosotros puede sentirse como un Hefestos cuyo  fuego de su propio entendimiento para la resolución de conflictos sociales o personales que nos afligen y de los que tenemos la intención de resolver y atender,  es atemorizado por los ataques (Ares) de violencia y/o represión (interna o externa en el individuo), o las convincentes noticias pesimistas mediáticas o conclusiones lógicas de auto conservación (Hermes), que nos inhiben y frenan y, a pesar de creer en el poder interior de vencerlos, aparecen los “Dionisiacos”  espectáculos deportivos, musicales, o políticos, o cualquier placer a los sentidos que tanto a usted, que se dio la paciencia de leer la historia que le cuento (y mis particulares interpretaciones),  como a mí, nos dan un recreo que se extiende tiempos extras de los que no nos damos cuenta cuando del momento en que  perdemos el control.

¿Soy sólo yo o usted, que me lee, concluyó algo parecido con esta pequeña historia contada para niños?

La Mitología es tomada con otros enfoques más científicos y centrados, en Psicología, en comparación a los que mi especulación me condujo para escribir estos párrafos. Mas mi intención no fue dar una cátedra de estas ciencias, porque no soy un profesional en tales materias, sino la de proponerle una apertura a nuevos campos de conocimiento de la naturaleza humana y considerarlos para su estudio. Créame cuando le digo que todos tenemos esa capacidad... Lea, investigue y ayúdese, para  su entendimiento, con una visión global, que involucra el recuperar la herencia escrita en historias y símbolos antiguos y las experiencias particulares en nuestro mundo moderno.


domingo, 12 de julio de 2015

Hacia un nuevo Pacto Social


Por:  F. Stewart


Para ninguno de los que llegan a leer estas líneas podría pasar desapercibido el que nuestro país se encuentra presenciando días en los cuales algunas de las instituciones más significativas del estructurante orden republicano son escenarios donde la corrupción preocupantemente denota tener más que un incipiente afán predatorio, instalándose la sensación de que aquellas funcionan apenas en la medida de lo posible o para quienes es posible gracias a esta espurea simbiosis.

Se suma a ello el notorio aumento de las señales de individuación de las personas, traduciéndose esto en la primacía de los proyectos individuales por sobre los colectivos, en el reinado de las inquietudes relativas a los intereses particulares por sobre los problemas públicos referentes a valores colectivos.

Los esquemas tradicionales en los cuales hemos interactuado desde la recuperación de la democracia, sufren una crisis paradigmática, como diría Thomas Kuhn, develando poca empatía y capacidad para responder las viejas y nuevas demandas, de las cuales los hechos señalados son gotas que provocan el rebalse.


Por fortuna, a la apatía ociosa y al malestar informe que pudieran haber sido consecuencias de lo anterior, por demás de lamentables efectos, habiendo catalizado la incerteza el empuje de fenómenos colectivos modernos,  refundadores de la idea proyecto país,   ha sobrevenido una actitud más bien proactiva y consciente en la cual se hace relevante la problemática de construir una nueva ordenación institucional, en la que valores comunes consensuados y reformulados, no solo se hagan explícitos sino que sean ellos plenamente garantizados en su supremacía, por normas de convivencia dignificadoras del sentido de lo humano, en su vivir y convivir.


Así, se percibe, las demandas ciudadanas – con énfasis y enunciados diversos – concuerdan de modo general en que nuestra sociedad debe allanar caminos para a lo menos una reflexión respecto a la necesidad de establecer un nuevo pacto social, como mecanismo que reconfigure la cohesión ciudadana y la solidaridad social, de tal manera que, al contrario de lo que hoy se registra, el Estado y sus organismos no se desvinculen de la biografía de sus ciudadanos o viceversa.

En general, la teoría política concuerda con matices y acentos diversos en que un pacto o contrato social como constructo, implica un acto deliberativo y fundacional que hace que un grupo de personas pase a constituirse en una colectividad socialmente reunida, conformando y aceptando un poder político del cual se entienden formar parte. [1]


En términos axiológicos, el pacto social se constituye como un conjunto de valores sociales, jurídicos y políticos que desde el pueblo emanan hacia el Estado, sus organismos y agentes, los cuales de ese pueblo son representantes y ante ellos responsables. Implica acuerdos societariamente concordados y convenidos, por lo cual su legitimidad queda definida básicamente más por el proceso que los instituye que por su contenido mismo, teniendo en cuenta los actores congregados, la amplitud de los intereses representados, los mecanismos de mediar conflictos y las herramientas para alcanzar acuerdos. En tal sentido, no es indiferente desde el punto de vista de su aceptabilidad social y recepción cultural, el mecanismo de formación de este contrato [2].  Es por ello que la actual discusión respecto a si este modus operandi se plasma en una Asamblea Constituyente (como se aprecia en el imaginario social) o en un Proceso Constituyente (como se observa en la agenda oficial), implica una diferencia conceptual sutil para el discurso pero con un fondo de extremada consecuencia.

En la esencia de todo pacto social está que todos los actores sociales cumplan un llamado imperativo: sincerar, exponer y someter a la crítica reflexiva intersubjetiva, todos y cada uno de sus intereses particulares, con sus respectivos fundamentos, de modo tal que el espacio público atestigüe un amplio debate social, abierto, transparente  (apartado por demás de la soterrada intencionalidad del lobbismo), en el cual el más amplio espectro de agentes societales, individuales y colectivos, puedan finalmente establecer un diálogo horizontal, sin prebendas ni torceduras.

En tal sentido, la institución política, primera llamada a recoger y tramitar sin dilaciones el sentir del pueblo que le ha conferido el poder, misma que paradojalmente ha ido perdiendo su autoridad vinculante, crisis de representatividad mediante, debe consentir que en esta época globalizada y multicultural, escapan a su ámbito de competencia y al rol que pretenden reclamar, muchas de las expresiones que contienen las alternativas al paradigma imperante (otra vez acudimos a Kuhn) y recorren caminos que al político tradicional no les son conocidos o cuando menos cómodos o convenientes.

En este aspecto, una de las diferencias notables con los pactos sociales de antaño: la representación de creencias, valores y otras manifestaciones de la culturalidad humana, aquel maravilloso complejo de modos que dan identidad, pertenencia y trascendencia, no logra ser cubierta a través de las instancias políticas tradicionales.


Es época de las modernas formas de participación y representatividad que intentan, como el ser que nace, abrirse paso a la Asamblea y con su subjetividad vital ganarle espacio a la naturalizada expresión de un orden de cosas en que las reformas parecieran gatopardas y cuando no lo son, para mala fortuna, quedan rezagadas ante la mediatización de las malas prácticas que copan la tematización de los medios de comunicación, más por espectacularidad e incluso faranduralización, que por magnitud positiva, hay que decirlo.

Otro elemento de suyo novedoso, relevante y distintivo en estos pactos sociales modernos, especialmente en nuestro contexto, es la necesidad de reconfigurar un Estado que, en palabras de Luigi Ferrajoli, “se presenta débil frente a los poderes económicos (u otros fácticos, añadimos) y  fuerte en relación a los débiles y marginados [3], situación que ocuparía importante lugar en la génesis de la desconfianza que amplios sectores ciudadanos pueden manifestar hacia la intencionalidad cierta en cuanto a la gestación de este renovado acuerdo de convivencia social.

Lo anterior marca de manera patente el que el consenso social que dé  forma al pacto de reemplazo, debe contener no solo la dimensión política, como antaño se disponía, sino que es menester además incorporar a la tabla tanto la arista económica (más allá de las condiciones en las cuales el crecimiento genere a la vez equidad social y desarrollo humano, o derechamente, las vinculaciones admisibles entre política y poder económico), como las subjetividades que modelan las identidades valóricas diversas del conjunto social.


Con todo, el problema principal pareciera ser no el recabar la opinión generalizada que implora la necesidad de emprender el camino constituyente, sino que lo crucial se encuentra radicado en  la definición de los objetivos, los contenidos básicos y las orientaciones valóricas esenciales, sin entrar todavía en las estrategias y modalidades puntuales que logren garantizar lo expresado. [4] Respecto a ello, apreciamos algunas orientaciones respecto a los valores cardinales que debieran inspirar fundacionalmente este nuevo pacto, quedando eso sí siempre la duda planteada, al igual que la del huevo o la gallina, respecto a si el cambio social debe anteceder al cambio institucional o viceversa.


Estos preceptos se identifican con los del Humanismo Laico, los cuales quizás pudiéramos resumir en cinco postulados: 1. Concepción Antropocéntrica,  2. Humanismo Científico,  3. Actitud Meliorista, 4. Eclecticismo y,  5. Aspiración a una Moral Universal. [5]


En base a lo anterior, pensamos, una Ética de Principios Compartidos podría ser la fuente material que diera legitimidad y autoridad a este nuevo pacto el cual, capaz de recoger las trasformaciones culturales y sociales, se transforme definitivamente en la guía de un país equitativo de hombres justos.


En nosotros está promover que la justicia y la dicha humana sean bases de la convivencia social. Estamos ad portas de un proceso en el cual los hechos funestos que todos lamentamos han sido vitales para abrir un espacio de infinita potencialidad para instalar una consigna de cambio y esperanza en el diario vivir de nuestros congéneres. Seamos portadores de condiciones y contenidos para que este acuerdo social que pareciera ser inminente, sepulte por siempre los vicios que corroen el desarrollo integral del ser humano.


Que lo extraño en lo normal sea siempre causa de asombro y que la conciencia de nuestras obligaciones para con el prójimo nos haga sujetos éticamente responsables, encarando los desafíos que la tierra en la que vivimos y convivimos nos depara para que el pacto social que se avecine lleve la firma indeleble de los principios de una sociedad humanista y universal.



[1] CARRASCO, E. (2011), “La idea de pacto social en Chile. Hacia los albores de un pacto y de una nueva Constitución”, CISMA, Revista del Centro Telúrico de Investigaciones Teóricas. N º 1. 2º semestre. 1-44.
[2] TEDESCO, J. (2010), “Diez notas sobre el pacto social y educativo”, Avances en Supervisión Educativa, Revista de la Asociación de Inspectores de Educación de España, Nº 12.
[3] RODRÍGUEZ, J. (2015), “¿Por qué es necesario un nuevo pacto social?”, Universidad San Carlos de Guatemala, Ciudad de Guatemala.[4] TEDESCO, op. cit.
[5]
CAMPOS M. y otros (2015). "Aborto, Eugenesia, Eutanasia y la libertad individual. Objeción de conciencia o idea", Corporación Cultural Occidente, Santiago.




lunes, 6 de julio de 2015

El Hombre del mañana


Creado por: 

Enrique Gillet
Enrique Palomera
Abel Toro (QEPD)



El panorama actual nos presenta a un hombre caminando a la deriva, sin mayor consciencia respecto de las verdaderas razones de su apatía, de su depresión, de su profundo descontento y su insatisfacción; a ratos velado por estados de euforia y de contento, que muchas veces tienen que ver más con la casualidad que con resultados de esfuerzos conscientes en dirección del logro de objetivos de vida elaborados desde lo más íntimo del ser.

Este hombre se enfrenta diariamente a la necesidad de levantarse para comenzar un día más,  como autómata más que como hombre consciente, sin reparar demasiado si aquello para lo que se levantará este nuevo día está conectado con aquello en lo que cree y aquello que ama. Es más, es probable que este hombre no tenga demasiada claridad respecto de qué es aquello en lo que cree , o que es lo que quiere.

Este hombre, por otra parte, se siente sólo, desconectado de sí mismo y, más aún, desconectado de todo lo que está fuera de sí mismo. Es ajeno a su verdadero ser y a todo lo que lo rodea. Y el mundo en el que vive y se desenvuelve, más que ofrecerle posibilidades de sentirse integrado, le plantea un escenario en el cual debe estar continuamente optando entre opuestos que se disputan la verdad, y al optar por uno, siempre habrá otro que se le oponga, al cual no estará ligado.

Sólo una visión de totalidad, que contemple e integre armoniosamente todos los aspectos de la vida humana puede satisfacer las aspiraciones del hombreNada puede ni debe ser desechado, descartado o desacreditado si se quiere tener una visión universal de la vida y del hombre en la búsqueda de la felicidad.

Entonces estamos frente a la necesidad del despertar de un nuevo nivel de la consciencia, una consciencia integradora. Esta integración del hombre individual en una totalidad que lo atrae cada vez más no puede realizarse a través de las ideologías que encierran y encadenan al hombre en la lucha de los opuestos, sino a través de la vida misma y de la expansión de su consciencia.

El individuo, que ha debido soportar las enormes presiones de un ciclo histórico de predominio de colectividades, cada una de las cuales, de alguna manera y en alguna forma, le han ofrecido la salvación, deberá replegarse sobre sí mismo, volver sobre su propio centro, desplazar sus energías sobre el núcleo más íntimo de su ser, en busca de su expansión, en busca de su verdadera evolución, aquella evolución que lo llevará a su verdadera libertad y a su verdadera felicidad, la evolución de su consciencia.

Aquí está el gran desafío del hombre del mañana.
  
La nueva era deberá gestarse bajo un nuevo signo, basado en un principio de integración de partes en la totalidad o unidad. El nuevo hombre, deberá despertar a una consciencia expansiva y participante, conectada consigo mismo y con el resto del Universo, del cual es parte, y que por lo tanto deberá comprender para comprenderse. Una consciencia expansiva, que le permita extraer y sacar provecho de todo sin desechar nada, librándose de las ataduras de los opuestos, entendiéndolos en este nuevo plano como complementarios.

Estamos al servicio de nuestra evolución personal, y por consecuencia, lenta pero eficaz, al servicio de la evolución de la humanidad. Y esta evolución corresponde a un proceso consciente, en el cual se encuentra empeñada la voluntad de transformarse, y se sustenta en una consciencia expansiva y participante. Expansiva, porque se proyecta en ascenso hacia lo alto, conectando con aquel hombre superior que mora en nuestro interior, y participante, asumiéndose como parte integral e inseparable del resto del Universo, al mismo tiempo de asumirse como un Universo en sí, y por tanto, también indivisible.

En definitiva, este es el paso evolutivo que nos proponemos, y al enfilar nuestros pasos en función de esta evolución del propio ser  y conectando con la sensibilidad universal y del resto de los hombres, entendiéndolos como hermanos, estaremos abordando nuestra responsabilidad como individuos conscientes de ser los agentes de cambio que influirán  en el logro de aquellos ideales que aspiran al surgimiento de un hombre, a la vez consciente de la responsabilidad que le cabe en la consecución de su propio destino, de su propia felicidad y de la los demás. Un hombre que en vez de restar y de dividir, sume y multiplique.

Así, el próximo hombre, aquel que se levante mañana, sabrá por qué y para qué se levantó. Y sus razones para hacerlo estarán profundamente conectadas con sus sueños, con su amor, su felicidad, y con los sueños el amor y la felicidad de sus hermanos, es decir, el resto de los hombres.

Y será feliz porque su sensibilidad estará en sintonía con la sensibilidad del mundo y con el Universo entero, del cual forma parte y que a la vez es él mismo. Será feliz, porque comprobará el regalo de haber despertado un día más, un día completo para amar, para vivirlo en intensidad, como si fuera el día del final, pero con las fuerzas y la maravilla del comienzo, sintiendo que la vida está hecha de momentos y cada momento es la vida entera.

El hombre que se levante mañana valorará cada día como una nueva oportunidad para ser, para volver a intentarlo, para vibrar en la misma frecuencia que vibra el Universo. Se sentirá amado por el mundo y amará al mundo como se ama a sí mismo. Sentirá su compromiso en la consecución del Ideal Universal, se levantará sobre sus pies, se pondrá al Orden y enfilará su marcha en dirección al Oriente . Y lo hará por amor. Amor a sí mismo, amor a todo lo existente, amor a la vida.


martes, 23 de junio de 2015

La Amistad: Un estilo de vida

Por: Dr. José Lattus Olmos


Voltaire manifestaba que: 

Las palabras fueron creadas 
no para expresar los sentimientos, sino para ocultarlos



Las normas tácitas para una buena convivencia entre adultos son, en general: saber vivir y convivir con el debido respeto al prójimo de cualquier nivel, sin olvidar que la libertad de uno termina donde empieza la del otro. Quienes ignoran estas normas, tienen el hábito de exaltar con exageración el valor de la amistad en un plano puramente teórico, y de la fraternidad ni siquiera hacen referencia. Son eruditos y exageran en la descripción de las variables de los sentimientos que en su propio marco puede ser de acendrada nobleza. Acá vale lo que expresaba con sabia elocuencia Voltaire

Hay quienes que, por naturaleza, no sienten los dones de la amistad y desconocen la fraternidad; y no les queda nada más que aparentar, para no quedar mal. Se presentan siempre con rostro sonriente y amable, como el mejor amigo. Solamente que en los hechos desconoce el sentido de la reciprocidad. Tal vez no imagina siquiera la posibilidad de tener que desprenderse de algo suyo, por poco que sea. Este tipo de personas, que no es exclusiva de ningún círculo humano, va a ver a sus conocidos o se acerca a los círculos, solo cuando él los necesita. En ninguna otra ocasión. Como decía Aristóteles: “¡Ay amigos!, no hay amigos”. Pero por suerte para todos, hay amigos y personas dispuestas a tener tratos fraternos que tienen la disposición de ánimo siempre abierta y más dada a comprender que a juzgar. Las hay en todas partes, no son privilegio de ningún grupo humano, y eso compensa con creces la actitud de quien siempre lleva el agua solo a su molino. 

Los buenos amigos sienten la amistad como una vivencia profunda que hace crecer a los que la conocen, son malos para opinar sobre qué es o no es la amistad, incluso rehuyen el tema, se acercan mucho a lo que podría ser un amigo fraterno. Su conducta socialmente hábil proviene o es resultado de la expresión de sus sentimientos, cálidos y expresivos, sus actitudes son de franqueza, de sus deseos, sus opiniones directas y derechos de un modo adecuado, respetan las conductas que provienen de los demás y resuelven de inmediato los problemas surgidos en una situación determinada minimizando así la posibilidad de futuros conflictos; se estructura así una de las características más reconocidas en este aspecto cual es, la asertividad. Debo destacar en este desarrollo, una de las formas más importantes de las relaciones humanas, es el sentido del humor, que no se ha definido si es una característica del ser humano o un comportamiento. No importa. Lo relevante es que su empleo eficaz se considera como parte importante de la función de las relaciones interpersonales de un ser humano.

El reírse de uno mismo es el preferido de los comediantes y de los líderes de organizaciones. Cuando las bromas se dirigen a uno mismo, nadie puede sentirse insultado. Cuando estemos demasiado serios, pongamos este pequeño bálsamo a nuestras vidas, y veremos cómo situaciones tensas se tornan más amigables y fraternas. Otro de los aspectos importantes en nuestro crecimiento y formación como seres humanos, es nuestra capacidad de salir fortalecidos frente a dificultades, y es una característica relacionada con la inteligencia emocional, nuestra propia motivación. Las situaciones de crisis y las continuas condiciones de estrés, las enfrentaremos con la resiliencia, que es proceso psicológico que nos permite rebotar a partir de experiencias difíciles. La resiliencia se puede aprender y practicar día a día e incluye un repertorio de pensamientos, conductas y acciones a desarrollar por cualquiera de nosotros. Viene del latín "resilio", y es esa capacidad de cosas tan simples como encontrarle sentido a la vida, el desarrollo del sentido del humor y la aceptación incondicional de nuestra persona que repercuten en la percepción de las cosas, motivaciones y estados emocionales.

Somos responsables de nuestras propias decisiones, y ello constituye un serio problema si en nuestra educación no aceptamos situaciones en la que se percibe que alguien está imponiendo su voluntad, lo que se opone al principio de auto–dirección de la vida adulta. Si escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podemos modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones a que somos sometidos o se nos presentan en la vida diaria. Las emociones desempeñan un papel importante en nuestras vidas, la clave está en utilizarla en forma inteligente, que es lo que se quiere expresar al usar el término de inteligencia emocional: “hacer deliberadamente que nuestras emociones trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a controlar nuestra conducta y nuestro pensamiento para obtener buenos resultados”; esta se puede alimentar, desarrollar y aumentar para que nos proporcione sentimientos, valoraciones, acciones e intenciones cuyo procesamiento con todo los datos integrados nos afine la autoconciencia. La adecuada articulación de las relaciones interpersonales son los eslabones que permiten unir las habilidades de las distintas personas con las que nos relacionamos. Es una característica del ser humano, por lo que la habilidad para comprender y tener una buena comunicación con otras personas en el manejo de este aspecto humano de las relaciones es potencialmente una gran posibilidad de poseer una amplia y creciente red de amistades, ello considera dos aspectos relevantes, la buena disposición y la confianza.


NUESTRAS COMPETENCIAS COMO SERES HUMANOS RACIONALES 

Las habilidades descritas en este texto, son parte del autoconocimiento, en el cual son relevantes, desde el punto de vista emocional, tres competencias, a saber: la conciencia emocional, que reconoce nuestras propias emociones y afectos; la autoevaluación, que precisa conocer las fuerzas y debilidades propias y; la confianza en uno mismo, con la certeza sobre los valores y facultades propias de nuestra persona. Si somos capaces de reconocer nuestras propias emociones y estamos dotados de estas aptitudes sabremos: qué emociones experimentamos y por qué, percibiremos los vínculos que existen entre nuestros sentimientos y lo que pensamos, hacemos y decimos, reconoceremos el efecto que tienen estas sensaciones nuestras en nuestras propias actitudes y reconoceremos los valores y metas que nos guiarán en nuestro desempeño en la vida diaria. 

COROLARIO 
  • Entonces, educar es imprimir principios y valores, sistematizar el desarrollo de las facultades del hombre para perfeccionar la sociedad, al tiempo de preocuparse razonadamente sobre el propósito que podemos dar a nuestra existencia y a nuestro quehacer y tránsito en ella. Es, en rigor, una tendencia a gestionar nuestras y las relaciones sociales que pueden no siempre llegar a buen término. 
  • Básicamente nuestro aprendizaje en la convivencia diaria es de auto instrucción, nuestro aporte al grupo humano que pertenecemos, al grupo familiar o a cualquiera de las instituciones vanguardistas que abracemos, será relevante mientras más instruidos estemos, ello estructura y conforma los espacios propios y comunes que nos convocan cada semana, en una sumatoria de experiencias ajenas. 
  • Es evidente que el hombre necesita “conocer”, es una condición humana, por lo que es relevante que reciban los elementos necesarios para saciar su hambre de saber y conocer. En estas condiciones podemos ayudar, facilitar y evaluar lo que estamos entregando como valores y principios, así aprovecharán este aprendizaje y finalmente valorarán las experiencias entregadas, y valdrán tanto como la entrega de sus propias experiencias de vida, como la de sus éxitos y fracasos. De esta manera tendrán conciencia de que lo que reciben y aprenden es de su responsabilidad, y verán una oportunidad para la reflexión acerca de lo que ha sido su caminar por su vida. 
  • Esta oportunidad para mejorar al ser humano, es la idea central de toda Institución vanguardista y de libre pensamiento, es un verdadero acto creativo, una real posibilidad de que ello ocurra. Nos liberaremos y liberaremos las amarras que permanecían en nuestras creencias, en nuestras certezas, en nuestros valores y finalmente podremos poner las ideas como relevantes en nuestra entrega de lo aprendido en los ambientes en los que nos desenvolvemos. 
  • La amistad es un sentimiento y un impulso noble cuya esencia es la benevolencia y la virtud, propio de hombres sabios es, en rigor, un común acuerdo de todas las cosas divinas y humanas, un esfuerzo en una relación de fidelidad, de integridad, de igualdad de ánimo, al compartir el quehacer existencial cotidiano y trabajar, velar y ayudar al bien común. 
  • La fraternidad, es un principio supremo, un principio que no es fácil adquirir, es una empatía pura hacia el otro, es el sentir y actuar acorde a eso, es uno de los principios categóricos que debe abrazar cada hombre que aspira a la felicidad y a su felicidad y a la de sus congéneres.

La Virtud de la Tolerancia

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