martes, 22 de marzo de 2016

Algunas reflexiones en torno a la Vida: 1.- CONOCERSE A UNO MISMO

Carlos Lasserre


Introducción

Muchas veces en el proceso interminable de aprendizaje que es la vida, me he detenido a analizar aquellas cosas que me han dado resultado, y las que no. Y cuando he logrado separar ambos grupos, he podido ver con claridad que existen marcadas diferencias entre las acciones que me llevaron al éxito y las que me llevaron al fracaso. Los conceptos que señalo a continuación son las claves que considero nos permiten identificar mejor el camino hacia los objetivos trazados, transitarlo y luego demarcarlo para el siguiente camino.

Para conseguirlo, he señalado cuatro ideas que se repiten en cada uno de mis desafíos: “Conocerse a uno mismo”, “Ser protagonista”, “Vivir conscientemente el ahora” y “Entregar el máximo posible”.  

La motivación para desarrollarlos está relacionada con vivir una vida tranquila y realizada, con un mejor manejo de nuestros talentos a disposición de nuestros objetivos. 

Es importante observar que ninguno de estos conceptos subsiste por sí solo, y están todos intrínsecamente relacionados entre sí. Es imposible entregar el máximo posible sin conocerse a uno mismo, ni vivir conscientemente el ahora sin escoger ser protagonista. Pero la puesta en práctica de estas ideas sólo se hace posible si tenemos el coraje suficiente que se necesita. Como suelo decir: "la vida es como el póquer, no importa cuánto ganes ni cuanto pierdas, lo importante es cuanto apuestes". Y el espíritu de una persona puede medirse por la dimensión de sus apuestas.

Es por esto que el concepto del éxito o el fracaso no lo relaciono a los resultados, sino a la forma. Resultados negativos muchas veces son la base de éxitos futuros. El verdadero fracaso es no intentarlo, o intentarlo equivocadamente a conciencia sin intención de mejorar. Estos conceptos son mi mejor forma de intentarlo.


1.- Conocerse a uno mismo

Esta historia comienza con una pregunta aterradora: ¿Cómo es posible pasar el 100% del tiempo con uno mismo, dormir, caminar, pensar, actuar con uno mismo y sin embargo conocernos tan poco?

Desde muy pequeños nos enseñan la importancia del conocimiento, y nos gastamos una parte importante de la vida desarrollando disciplinados mecanismos de aprendizaje. Así adquirimos información acerca de eventos, fenómenos, fechas y sobre todo de personas, muchas de ellas presentadas como relevantes. Estudiamos y analizamos sus motivaciones, sus acciones y sus consecuencias, pero ¿Qué pasa con nosotros mismos? ¿Es acaso una tarea que se deja de lado por considerarse personal, o peor aún, de menor valor?

Es probable que la primera pregunta se explique desde la misma emoción que la genera: el miedo. Porque el proceso de conocerse a uno mismo está mucho más relacionado con el descubrimiento que con el aprendizaje. Estamos ahí, al otro lado de la cortina, sólo que no nos vemos. Una frase reveladora la plantea Erica Jong, al referirse a los consejos: “Consejo es lo que preguntamos cada vez que sabemos la respuesta de algo, pero preferiríamos no saberlo”. Lo que quiere decir es que preferimos vivir en la incertidumbre, por miedo a no saber manejar la respuesta a la pregunta. He ahí la primera gran barrera que se debe sortear para conocerse a uno mismo: superar el miedo. Pero no es el miedo a lo que se encuentre al otro lado de la cortina, sino más bien, a cómo lo manejaremos cuando lo conozcamos. Nadie nos ha enseñado a hacerlo, el miedo es una respuesta lógica de defensa. 

Detengámonos en ese punto.

¿Somos acaso conscientes de las oportunidades que nos estamos perdiendo por no conocernos a nosotros mismos?

Muchas veces pienso que no. Y que es ahí donde radica la clave de todo el proceso, adquirir un miedo más grande que el miedo de no saber manejarnos: el miedo a desperdiciar nuestro potencial de vida.

Repasemos entonces lo que nos perdemos al no conocernos a nosotros mismos:

a. Manejo de los deseos y las frustraciones:

Si conociéramos realmente nuestras virtudes y defectos, si entendiéramos cuales son nuestras reales limitaciones, tendríamos necesariamente un mejor control sobre nuestras frustraciones. En una escala del 1 al 100, no es lo mismo ambicionar 100 sin saber dónde estamos ubicados, a desearlo sabiendo, por ejemplo, que estamos posicionados en 50. O bien podemos reducir la meta de 100 a 70 y hacerla más alcanzable, o podemos prepararnos para cubrir la brecha completa de los 50. Pero sea cual sea el caso, es imposible plantear una estrategia correcta de superación sin conocer el punto de partida. Cualquier otro intento sería un derroche innecesario de tiempo, energía y talento.

b. Manejo del autoestima y las relaciones interpersonales:

¿Por qué permitimos que se altere nuestra autoestima por definiciones que hacen otras personas de nosotros mismos? Porque las definiciones y los conceptos de los demás adquieren forma y sentido en nosotros cuando no tenemos una definición propia. Y podemos perfectamente vivir muchos años con una falsa realidad de nosotros mismos, eternamente construida y alimentada por otros. ¿Cómo es posible entonces desarrollar nuestra autoestima, comprendernos y querernos, si no tenemos una noción certera de quiénes somos? Siguiendo la lógica anterior, cuan auténticas pueden ser las relaciones interpersonales que construimos sin el propio conocimiento?

La eterna pregunta del ¿Cómo podemos amar a otros sin amarnos a nosotros? ¿Y cómo podemos amarnos a nosotros sin conocernos?

c. Tener lo que necesitamos

Una frase famosa dice: “Mejor querer lo que haces que hacer lo que quieres”. Yo la cambio por “Mejor querer lo que necesitas”. Existe una diferencia peligrosa entre lo que queremos y lo que necesitamos, lo que es un claro signo de no escucharnos. Esta diferencia normalmente nos agobia y nos frustra. La lógica indica que disminuya progresivamente con el autoconocimiento.

Todos estos son sólo ejemplos básicos del poder del autoconocimiento. Una máxima que suelo utilizar en la Ingeniería cada vez que se requiere dar solución a un problema es: “El 80% de la solución del problema radica en comprender realmente cuál es el problema”.  Una vez conocido, el resto es más fácil. Esto debido a que nuestro aprendizaje está mucho más orientado a solucionar problemas que a entender su origen. De ahí que nuestras soluciones no nos satisfagan: no estamos solucionando el problema. Pero el proceso del autoconocimiento es dinámico, ya que estamos constantemente cambiando y es importante recordar que se requiere de una profunda y fluida comunicación con nosotros mismos para actualizarnos de quienes somos.

Dos ejemplos prácticos para desarrollar este tema:

Ejemplo 1:
Prepara un listado con tus principales virtudes y defectos. Luego pídele a dos personas que te conozcan bien que preparen ese mismo listado. Compara los listados y anota las principales diferencias, tanto en lo que te encontraste tú y los demás no, como viceversa. Esas brechas pueden ser un punto de partida interesante en la construcción del autoconocimiento.

Ejemplo 2:
Prepara un listado con aquellas cosas en las que normalmente gastas tu tiempo durante el día. Prepara otro listado con las cosas en las que te gustaría realmente gastar tu tiempo. Compara ambos listados y anota las principales diferencias, tanto en lo que haces y que no deseas hacer, como en lo que no haces y te gustaría hacer. Analiza esas diferencias y la comunicación que tienes contigo mismo, cuanto te conoces y te escuchas. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La Virtud de la Tolerancia

Creado por: Rodrigo Barrera Pincheira “La tolerancia es una virtud difícil; nuestro primer impulso, y...