domingo, 28 de octubre de 2018

La Virtud de la Tolerancia

















Creado por: Rodrigo Barrera Pincheira

“La tolerancia es una virtud difícil; nuestro primer impulso, y aun el segundo, es odiar a todos los que no piensan como nosotros”
Jules Lemaitre

La palabra Tolerancia, según la Real Academia Española (RAE), etimológicamente tiene su origen en el latín “tolerantia” que se refiere a la “acción y efecto de tolerar o respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.Es por lo anterior, que el interés en profundizar en este tema radica en la importancia que tiene a nivel mundial el hablar y aplicar la tolerancia, no en vano cada 16 de noviembre se celebra el día mundial de la tolerancia, en razón a la declaración de principios sobre la tolerancia que asumieron los países miembros de la UNESCO en el año 1995, en donde se afirma que la tolerancia “reconoce los derechos humanos universales y la diversidad de los pueblos”.


El ser humano no nace tolerante, generalmente desde pequeños estamos acostumbrados a que todo gire a nuestro alrededor y que todos estén de acuerdo con nuestro accionar. Por lo cual aquel que pensaba o hacia algo contrario a nuestro parecer, recibía aquellas desagradables “pataletas” por su accionar inadecuado y a la vez por nuestra poca tolerancia a la frustración.Ahora bien, esta visión egocéntrica y poco tolerante del mundo puede ser aceptada en las primeras etapas del desarrollo humano, pero con el correr de los años y a medida que uno va creciendo, esta conducta en la mayoría de los casos se va adecuado.

Lo anterior se va dando principalmente por dos procesos: el primero por el desarrollo a nivel físico, cognitivo y psicosocial que el ser humano va desarrollando a medida que va madurando. Y el segundo que es influenciado por el primero, cuando hablamos del aprendizaje directo e indirecto al que se va sometiendo el individuo en su contexto social inmediato (familia, escuela, amigos, trabajo, etc.), ya que las diversas situaciones y experiencias a las que se va exponiendo el individuo, y el cómo las resuelva permitirán ampliar su visión y manera de entender el mundo en su diversidad.

Es por esto, que el cómo se desarrollen estos procesos en el individuo, va a facilitar u obstaculizar el aprendizaje de los valores aprendidos dentro o fuera de la familia, y en este caso también de la aplicabilidad o puesta en práctica de la tolerancia en su accionar diario.

Complementando lo anterior, la influencia de la sociedad radica también en que los valores y las normas colectivas que son asimiladas, son impuestas por el grupo que ostenta el poder político y el control social, y con ello se establece, entre otras cosas, el grado de respeto o, por el contrario, la persecución de la que se va a hacer a las personas que expresen actitudes y conceptos diferentes o problemáticos. Esta situación lamentablemente la vemos reflejada diariamente en distintas sociedades en el mundo que son radicalizadas por divisiones políticas, económicas, de raza y religiosas.

Es por esto, que el valor de la tolerancia radica principalmente en lo que mencionamos como su definición en un comienzo “el respeto”, por lo cual es un valor humano fundamental para la convivencia armónica entre las personas y por ende de la sociedad en su conjunto, ya que su aprendizaje permite la aceptación del otro en su individualidad y diferencia, así como también de aquellas situaciones o cosas que se escapan de las creencias individuales que cada uno de nosotros tenemos.


La Tolerancia debe ser parte de nuestros valores, en conjunto con la Caridad y la Fraternidad. Si realmente logramos entenderla, asimilarla y practicarla en nuestra convivencia la Tolerancia se convertirá en una virtud que forma parte de las bases de la sabiduría, democracia, libertad, pero principalmente de la fraternidad. No podemos ser tolerantes sino somos fraternales; y la fraternidad no existe en aquel lugar donde no se tolera de una manera adecuada la opinión y el derecho de las personas.

Finalmente, viendo nuestro entorno como un piso de mosaicos blancos y negros de simétrica armonía, seguro podemos movernos en él, porque el ser humano es como ese piso, con diversos estados y emociones, de alegría y de dolor, de virtud y mal, de esperanza y resignación.

lunes, 15 de octubre de 2018

Visibilidad a los 71 años


 “Tengo ganas de vivir cuando me siento útil. Siento que soy útil cuando tengo visibilidad. Me doy cuenta de que soy visible, porque otros necesitan de mi experiencia y aporte”



Creado por: Leopoldo Guerrero Gutiérrez
(Fragmento tomado del libro "Vida más allá de los 70", de su propia autoría"

La existencia del hombre no termina al jubilarse; pero se requiere visibilidad para mantener la pujanza de seguir viviendo. La visibilidad se encuentra al actuar dentro de organizaciones sociales. La visibilidad la otorgan los pares que reconocen su acción en el trabajo.

Es la primavera del 2015 en Santiago de Chile. Tengo 71 años, recién me he jubilado después de trabajar 45 años en actividades mineras y camino al gimnasio por avenida Pedro de Valdivia, en Providencia. Son las 11 de la mañana. Mientras la mayoría de la población trabaja, voy pensando en el ciclo de ejercicios que realizaré en solitario. Mantener mi cuerpo más elástico es vital. La amplitud visual que obtengo al girar la cabeza para observar el movimiento vehicular mientras conduzco, me evitará una colisión con vehículos que avanzan por mi izquierda. Requiero al menos una torsión de cuello de hasta 80 grados. La mayoría de los sedentarios no alcanzan los 50 grados. Colocarse las calcetas es una odisea para los sedentarios que no han trabajado la cintura y peor si tienen un abdomen prominente. Hay que trabajar abdominales. Mientras caminan, los sedentarios tiene mayor número de caídas a causa de tener piernas sin fortaleza muscular. Necesito ejercitar tríceps cuádriceps y otros “iceps”. Por eso voy al gimnasio dos o tres días a la semana.

Cruzo raudo por un paso peatonal y al cruzar la calle me encuentro con un anciano, perdón, un "viejito", perdón, ¡Con un señor de edad! El señor está sentado en un escaño del tipo banca de plaza, especial para los jubilados que se reúnen al medio día para  conversar de fútbol, política y de otros temas de su interés. El señor mira hacia el vacío pensando, probablemente, en lo que hará el resto del día, o recordando tiempos pasados, o meditando sobre la nada misma. El hombre debe tener mi edad, pero se ve más avejentado. Será por la ropa que usa, mezcla entre colores grises y negros y, especialmente, por la actitud que tiene, desvinculado del entorno y  con una mirada perdida en el espacio y sin vida. En sentido contrario, se acerca una dama joven entre 32 a 38 años de edad. Observo que, para ella, el hombre sentado es invisible. No lo mira de soslayo; no lo percibe; no lo siente. Me llama la atención la actitud de la mujer. Se supone que entre las personas siempre hay una comunicación visual, por muy tenue que ésta sea y, con mayor razón, entre individuos de sexos opuestos. Más atrás de ella avanza una jovencita que camina lentamente mientras tuitea (esto de escribir a velocidad increíble un mensaje). No me explico cómo le hacen para no tropezar. Para la joven, obvio, el señor sentado no existe. Él no es integrante del CAQUET (círculo de amigos que  tuitean). Entiendo que esta es la nueva forma de relacionarse entre las personas. 

Sigo desplazándome hacia el gimnasio y me da vuelta el tema de visibilidad de la gente mayor respecto a los jóvenes. Me incluyo. Al cumplir nuestro ciclo de actividad laboral ¿Desaparecemos de la organización ciudadana? 

Después de haber ejercido cargos importantes en las empresas ¿no valemos nada? De nuestros subalternos y menos de nuestros jefes, no tenemos ni un atisbo de información en lo personal. Al menos un ¿Cómo te ha ido en tu nueva vida? …

La situación observada en el señor adulto mayor y las jóvenes me da vueltas durante el día y me pregunto ¿con mi metro ochenta de estatura, me vieron caminar en buzo hacia el gimnasio? …

Al día siguiente voy camino a mi reunión con los masones. Unos hermanos que conozco me saludan amablemente y respondo a su saludo. Al interior de la Gran Logia, los saludos se multiplican y recuerdo lo sucedido el día anterior ¿Qué cambió? Soy el mismo sujeto ¿Por qué soy más visible a los ojos de terceros? La respuesta está en el concepto de PERTENENCIA. Veo que es importante, a nuestra edad, seguir perteneciendo a alguna institución, la que sea, pero ser parte de ella y ser parte de actividades permanentes que se realizan para mantenerse intelectualmente activo. En mi caso, pertenezco a la Masonería. No siempre comprendida, no siempre aceptada, pero importante dentro de las comunidades democráticas.

En la Masonería, la mayoría de los hermanos de logia son personas mayores. Para ellos, prima el concepto de que no hay distingo de personas por edad, postura religiosa o política. Todos son considerados eslabones de una sola cadena y cada eslabón tiene la importancia que cada cual ha logrado con el trabajo realizado. La participación de los hermanos en cada Taller es trabajo puro: estudiar temas de interés, redactar las propuestas y escribir un informe para conocimiento del resto de los hermanos que se nutrirán del nuevo conocimiento.

El hecho de pertenecer y participar activamente en alguna organización ya nos da bastante visibilidad. Mantenemos incólume la sensación de que seguimos vivos y será por muchos años más.  Invisible en la vía pública. VISIBLE EN LAS ORGANIZACIONES A LAS QUE PERTENECEMOS

Por otra parte, la visibilidad además es personal. No tiene que ver con la edad. Tiene que ver con el deseo de seguir viviendo y de seguir aportando con nuestra experiencia a la comunidad. Hay adultos que tratan de pasar desapercibidos pensando que ya no sirven y jóvenes que tratan de pasar desapercibidos por timidez y falta de estima personal.

La visibilidad a los 70 años es importante. Nos maneja el ego. Nos sube la autoestima. Nos incita a realizar nuevos proyectos. Nos saca de la rutina. Nos hace creer que aún somos importantes y útiles. Para los adultos mayores que tuvieron una actividad intensa y apasionada, hoy requieren de otras actividades de alta demanda intelectual y actividad física moderada; pero actividad física, al fin y al cabo, para mantenerse “activo y vivo”.
Para vivir plenamente, a lo menos se requieren tres cosas: Salud física, salud mental y salud emocional. 

Respecto a la condición física, ésta es una de los mayores problemas del adulto mayor. Sin embargo, si no hay alguna enfermedad declarada, uno puede retardar los problemas de salud física. La actividad física en los adultos mayores, retrasa la anquilosis de alguna articulación (disminución o falta de movimiento). En general debemos tener movilidad para desplazarnos en las tres dimensiones.

La salud mental la desarrollamos a través de actividad intelectual. No pregunten cómo, pero sé que, en la medida en que tengo mi cerebro en funcionamiento, éste responde mejor a los estímulos.

La salud emocional tiene que ver con nuestro deseo de vivir un tiempo más largo de lo normal; pero con buena calidad de vida. Bajo estas circunstancias el deseo de vivir se nutre de las actividades que realizamos. Si estamos vigentes, seguimos avanzando en el tiempo. El ego continúa creciendo con la edad, es el motor que insufla energía al deseo de vivir. 

La visibilidad nos asegura  que estamos vivos,  la visibilidad nos asegura que tenemos pertenencia, la visibilidad nos asegura que seguimos siendo importantes, la visibilidad nos da la certeza de que estamos vigentes, la visibilidad me insta a crecer y el ego se alimenta de ello. 

YO SIGO VIVO Y ES LO IMPORTANTE


domingo, 24 de junio de 2018

El Solsticio de Invierno y las culturas americanas










Creado por:
Leopoldo Guerrero


Para iniciar nuestro viaje por la meseta andina e ir en busca de Inti el dios sol, es necesario estacionarse en el plano ecuatorial terrestre y observar los fenómenos astronómicos que ocurren en el sendero de la eclíptica que deja el sol en su movimiento aparente. Al igual que las etnias aymará y quechuas, para entender la ocurrencia de solsticios, equinoccios y eclipses, sólo debemos valernos de nuestra imaginación. 

Al dejar nuestro sistema solar ubicado en la vía láctea, bajaremos a la tierra para tratar de comprender las culturas precolombinas de nuestra América morena, por ser ellos los primeros en nuestro hemisferio sur, en observar y lograr acertadamente, desarrollar actividades en el campo astronómico, base para las religiones sostenidas en la presencia de las deidades astrales. 

Para finalizar, debemos seguir descendiendo hasta las oscuridades del submundo para entender la fase cíclica regenerativa de nacimiento, vida y muerte.

UN RECORRIDO POR NUESTRO SISTEMA SOLAR

Comprender los desplazamientos orbitales y elípticos de los astros en el espacio nunca fue fácil. Por cientos de años los observadores trataban de imaginar las posiciones y movimientos, especialmente del sol, la tierra y los planetas. Primero se valieron de la observación directa hacia el cielo y al registrar los movimientos de los astros que se producían en torno a la tierra, pensaron que nuestro planeta era el centro, lo cual dio origen a la teoría del geocentrismo.

Cuando los observadores empezaron a trabajar con las sombras en los pisos de los templos y terrazas y descubrieron las elípticas, los astrónomos de la antigüedad, tibiamente, propusieron la teoría del heliocentrismo. No es hasta el siglo XVI que Nicolás Copérnico monje astrónomo polaco, propuso un modelo predictivo al respecto. Al siglo siguiente Johannes Kepler y Galileo Galilei, extendieron el modelo hacia órbitas elíptica. Con el descubrimiento y posterior fabricación de mejores telescopios, en 1609, Galileo pudo corroborar su teoría, sin embargo, la iglesia lo obligó a contradecirse y lo persiguió de por vida. Los fanáticos religiosos no podían concebir que el cielo no fuera perfecto, tal como lo expresaba la biblia. En el juicio final acusado de hereje, debió abjurar del modelo heliocentro en presencia del Tribunal de la Santa inquisición. Dicen que exclamó: “Eppur si muove” Sin embargo, se mueve, aun cuando otros comentan que dijo lo que dijo, pero en otro lugar.

Volvamos a Los Andes y sin apoyo de telescopio, entendamos que razonaban los sacerdotes Tiahuanacoenses e Incaicos, posados sobre las plataformas líticas.

Ubicado en mi plano ecuatorial terrestre, observo el movimiento aparente del sol en una trayectoria elíptica. El 21 de marzo, el sol nos hace creer que viene desde el hemisferio Norte y al hacer contacto con el plano ecuatorial, comenzará a bajar hacia el hemisferio Sur. Este día y en algún instante, el sol alcanzará el cenit, la parte más alta para el observador, cayendo los rayos a 90°. Durante el día, las horas luz serán iguales a las horas sombras, 12 horas respectivamente. Estamos en presencia del equinoccio de otoño en Libra, donde la declinación pasa de positiva a negativa. Hay, además, cambio de estación. De verano a otoño. A partir de ahora, los días de sombra serán más largo y los días de luz más corto. Hay que prepararse, porque en tres meses más, el sol se alejará tanto de nuestra posición que debemos venerarlo para que vuelva. Eso deberá ser el 21 de junio, durante el 
solsticio de invierno.

El solsticio de invierno corresponde al instante en que la posición del sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Por la intersección NE del templo de Kalasasaya, deberán aparecer los primeros rayos del sol. Hoy es 21 de junio. Es el día donde las horas sombras son las más largas del año y las horas luz las más cortas. Es el inicio del invierno; pero celebramos, p inicia la reversión de la tendencia al alargamiento de las noches y el acortamiento de las horas diurnas. Para unos es tiempo de renacer, para otros es tiempo de regeneración. Es hora de aparear a las bestias; Es hora de iniciar las siembras; es hora de medir nuestras reservas para el invierno. 

CULTURAS PRECOLOMBINAS DE AMÉRICA DEL SUR 

La cultura Tiahuanaco

Cercana al lago Titicaca en Bolivia, entre los años 1580 a.c. y 1187 d.c., floreció la cultura Tiahuanaco del pueblo aymará, que se extendió al sur de Perú y norte de Chile. En nuestro país alcanzó hasta la zona andina de San Pedro de Atacama. 

Su urbe principal fue Tiwanaku, un centro cívico y ceremonial con amplias estructuras para la celebración de fiestas religiosas con base astral. Celebraban las fiestas de los solsticios y todas sus estructuras estaban construidas conforme a orientaciones de interés astronómico.

Destacan la pirámide de Akapana de siete terrazas escalonadas de 18 metros de altura. Con un área de 194 por 182 metros. En la cima un templete semi subterráneo en forma de cruz orientada conforme a los puntos cardinales. El acceso al templete se hacía por el oeste u occidente. Se cree que aquí era adorado el sol y otras deidades astrales. En esta pirámide se encontraban tres dimensiones cósmicas: El cielo, la Tierra y las profundidades. 

Conectada con la pirámide había un templete semi subterráneo, cuyas estelas o figuras de pie, miran hacia el sur, hacia la oscuridad. Se encuentra ubicado a 2 metros bajo la cota del entorno. En sus muros hay 175 cabezas enclavadas que representan, por su forma, a diferentes etnias. 

Cercano a estas estructuras, está el templo de Kalasasaya, donde se verificaba con exactitud el cambio de estaciones y el año solar de 365 días. Durante los equinoccios de otoño del 21 de marzo y de primavera del 21 de septiembre los rayos del sol emergían por la puerta principal de acceso. En el solsticio de invierno del 21 de junio, la luz del sol ingresaba por la intersección de los muros NE y en el solsticio de verano del 21 de diciembre, la ascensión del sol era por la intersección del muro SE.

En Kalasasaya existen tres importantes esculturas, la estela de Ponce, la estela del Fraile y la magnifica Puerta del Sol. El portal lítico fue trabajado en un solo bloque de piedra de andesita y pesa aproximadamente 10 toneladas.

El pueblo tenía una economía sedentaria, viviendo de la agricultura, ganadería y artesanía. Además de servicio de camélidos para el transporte de maíz y coca. Conocedores de la fundición de bronce (aleación metálica de cobre y estaño), sus guerreros disponían de mejores armas que otras etnias. Para las celebraciones astrales, los sacerdotes probablemente usaban Anadenanthera que es un alcaloide cuyo elemento activo es la Bufotenina. Semillas, hojas y cáscaras se mezclaban y al encenderla, se aspiraban a través de cañas de bambú.

La organización de Tiahuanaco y sus ciudades desaparecen sin conocerse razones al respecto. Doscientos años más tarde, en esta región se desarrolla el imperio Incaico de la estirpe de los quechuas, afincados en el Cuzco, Perú

La Cultura Incaica 

Doscientos años después, en el Cuzco entre los años 1438 y 1525 floreció una nueva cultura desarrollada por la etnia quechua del Perú andino. A diferencia de la cultura Tiahuanaco de los aymará, del imperio incaico hay mayores referencias, por las crónicas de los españoles que llegaron a conquistarlos, como también de los mestizos hijos de padres españoles y nacidos en el cuzco, como es el caso de Gómez Suarez de Figueroa (Cuzco 1539 – 1616) y conocido como el inca Garcilaso de la Vega que publicó el libro Comentarios reales de los incas

Desde el Cuzco la ciudad sagrada, los quechuas consolidaron un estado imperio que aglutinó todas las expresiones artísticas, tecnológicas y científicas de sus antecesores. Etnias que fueron absorbidas pacíficamente por el incanato. El imperio tuvo un apogeo de casi 200 años donde expresiones tales como: Organización Política y Administrativa; Sistema vial y transporte; organización militar; Organización Social y de clases; Organización socialista del trabajo; Economía y comercio; Artes y Cultura; Arquitectura y Urbanismo, son aspectos de interés futuro para los hermanos que quisieran ahondar más en la cultura incaica. 

De la arquitectura y urbanismo, son conocidas las instalaciones en el Cuzco y en Machu Picchu, esta última, fortaleza que sobrevivió 50 años a la conquista española. 

En lo religioso, los incas adoraban al dios Sol que llamaban Inti, así como a la Luna y a ciertas manifestaciones naturales. La cosmovisión Inca tuvo características politeístas, animista y totémica. Creían en la existencia de tres mundos: Cielo, Tierra, Inframundo
Siendo el Inca considerado hijo del sol y fundador del imperio, una de las fiestas más importante y solemne era la celebración del solsticio de invierno, el Inti Raymi (en quechua, Fiesta del Sol). A ella acudían todos los grandes dignatarios y era presidida por el propio inca y apoyado por el gran sacerdote. En la actualidad esta fiesta se celebra en la explanada de Sacsayhuamán, fortaleza ceremonial que con sus muros megalíticos fue una de las mayores obras del incanato. Desde sus alturas se divisa la ciudad de Cuzco.

En Machu Picchu se encuentra un reloj solar llamado Intihuatana, que seguramente servía para establecer, por la sombra proyectada sobre un espigón, los periodos estacionales. Intihuatana significa “el sol amarrado” 

Una guerra civil entre los descendientes del inca Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa, permitieron que los españoles destruyeran este gran imperio. 

La relación entre los fenómenos naturales, la geografía andina y la subsistencia de las comunidades altiplánicas. 

Muchos de los hermanos hemos trabajado y vivido en zona altiplánica y hemos visto lo complejo que resulta la orografía de estos lugares. Mayoritariamente son terrenos circundados por grandes montañas con los fenómenos climáticos propio de estos parajes. La acumulación de camanchaca y su precipitación, permite alimentar cauces y esteros, que posteriormente generan pequeños oasis, donde se constituyen asentamientos de poca monta. Al estar ubicados sobre cota superior a 2.500 msnm, el sol interactúa de manera importante para mantener la vida animal, vegetal y como consecuencia de ello, la vida humana que habita en estos agrestes territorios.

De allí no es extraño que estas comunidades adoraran las bondades del sol para su subsistencia. Además, hacer observaciones diarias y por años del movimiento aparente del sol es más simple por cuanto los cielos altiplánicos se mantienen bastante limpio a causa de la baja humedad. 

sábado, 4 de noviembre de 2017

¿Sueñan los Androides con Ovejas eléctricas?




Por: Roberto Quintana Fuentes

Para los aficionados a la ciencia ficción esta pregunta les resultara familiar, es el título de un clásico libro de Philip S. Dick, llevado al cine con el nombre de Blade Runner (1982)  una película, distópica y sombría, quizá junto a 2001 Odisea del espacio (1968)  y La Matrix (1999), las mejores jamás filmadas en ese género, ambas tienen en común, describir un futuro donde las maquinas pensantes disputan al ser humano, el derecho a tomar decisiones cruciales y el derecho a existir sin supervisión. Todas tratan de la inteligencia artificial (I.A.) y del dilema ético que existe en ese campo de la ciencia.

La IA es una disciplina de la informática que persigue dotar a las máquinas de habilidades cognitivas y racionales propias de los humanos. Como concepto es muy antiguo, Alan Turing ya lo planteaba en la década del 50, como capacidad concreta, viene desarrollándose desde entonces y obteniendo logros significativos. 

En el Foro Económico Mundial de Davos de este año, en su reporte de riesgo,  se advirtió que la gobernanza de las tecnologías emergentes como la IA es muy irregular, que por su naturaleza no encajan en ninguno de los cuerpos legislativos existentes, futurólogos y filósofos han llevado esa preocupación al extremo de comparar la irrupción de máquinas pensantes con un cataclismo que amenaza la existencia de la especie humana o algo menos alarmistas, proyectando las perdida de millones de empleos cuando las maquinas reemplacen a los seres humanos en tareas para las cuales las maquinas son mejores.
Y si hay evidencias para creer esto último. Obviamente existen tareas repetitivas, mecanizables, que exigen alta consistencia, donde una maquina lo hace mejor, pero eso es lo que se clasifica como IA débil, maquinas entrenadas para una tarea en particular, sin capacidades de desarrollar nuevas habilidades. Esa IA débil, es una realidad y los ejemplos abundan, pensemos en la robótica aplicada a las líneas de montaje de automóvil, en los asistentes virtuales en los sitios web o en las respuestas interactivas de voz que con preguntas sencillas y reconocimiento de patrones nos dan soporte técnico para un problema específico. El año 2011 se lanzó el software IBM Dr. Watson que entiende el lenguaje natural (nuestro relato hablado) analiza datos de historial médico y de resultado de exámenes, para  entregar diagnósticos bastante certeros, este mismo software se aplica en las finanzas para tomar decisiones de inversión y no olvidemos el primer gran hito que se hizo público, la derrota de Gary Kaspárov en el ajedrez jugando contra la computadora Deep Blue en 1997, esa vez aplicando las reglas de tiempo estándar del juego, el año pasado Google desarrollo un vehículo autónomo que ya recorrió 1,6 millones de kilómetros sin conductor.

La tecnología IA es costosa, desarrollarla y llevarla fuera del laboratorio demanda enormes recursos, pero la industria apuesta por ella, el 60% de las grandes empresas creen que el crecimiento futuro de su negocio depende de incorporar con éxito esta tecnología a sus negocios, pero también reconocen sus riesgos inherentes, la seguridad de los datos, la seguridad del empleo y las tasas de pago.

Llegado este punto vale la pena recordar que al final, lo que hay todavía en una computadora es simplemente la capacidad de sumar y restar a altísima velocidad, también almacenar cantidades astronómicas de datos que, mediante reglas deterministas construidas con operaciones aritméticas básicas, transforman esos datos en información útil, luego la IA débil nos anuncia un ejército de especialistas asumiendo tareas simples pero tediosas. ¿Eso es inteligencia?


La IA fuerte, o inteligencia general artificial son los sistemas automáticos con habilidades cognitivas humanas, que son capaces de enfrentar una tarea desconocida y solucionarla, pero principalmente con capacidad de autoconocimiento, con conciencia de si mismos y capaces de comprender su estado actual y usar esa información para inferir el efecto en el entorno. Esas máquinas aun no existen.


La ciencia lleva mucho tiempo tratando de definir que es la inteligencia humana y como funciona, aun no hay consenso, luego, ¿Cómo podemos emular en forma artificial algo que no sabemos describir con exactitud ni explicar cómo funciona? Cuando hablamos de inteligencia humana nos referimos a la capacidad de elaborar la percepción para generar el concepto, luego comparar conceptos y generar conceptos nuevos a partir de los previos. 

Para concluir si existe o no inteligencia se apela al comportamiento, esto es lo que abre la puerta a la tecnología, si “algo” se comporta como un humano inteligente, entonces ese “algo” puede ser declarado “inteligente”. El problema es que la lista de comportamientos inteligentes compilada por las ciencias sociales es muy extensa (más de 300), ¿si los podemos emular todos tendremos IA Fuerte?, por ahora consideremos que existen tres grandes categorías de comportamiento inteligente:

  • Capacidad para resolver problemas de diferente naturaleza, incluyendo los prácticos (establecer relaciones entre diferentes ideas); 
  • Habilidad verbal (saber leer con un alto grado de comprensión); y Competencia social (pensar antes de hablar o actuar; interés cultural y por aprender cosas nuevas). La competencia social implica saber “estar”; 
  • Saber comportarse.

Estamos lejos aún de esa IA amenazante que destruirá nuestra fuente de trabajo y nos arrebate el dominio del mundo, pero los científicos del conocimiento, de la electrónica, de la informática siguen trabajando por construir la maquina indistinguible del humano, con conciencia de si misma y razonamiento creativo, que nos permitirá alcanzar las estrellas gracias a sus superiores capacidades. 

Los seres humanos desde siempre han soñado con arrebatar el fuego a los dioses, quizá como modernos prometeos estamos condenados a intentar crear vida, ahora vida artificial esta vez con líneas de código, múltiples sensores de estado y acceso a miles de millones datos almacenados en diversas fuentes todas inter conectadas. Hacia donde nos llevara ese esfuerzo es algo incierto, con profundas implicaciones éticas; pensemos que, descifrar el genoma humano nos abrió la puerta a derrotar el cáncer y también a la selección genética para crear humanos a pedido; que el estudio de la psique humana nos entregó herramientas para tratar desordenes anímicos que antes terminaban con personas recluidas en clínicas para siempre y también para manipular las emociones, instalando comportamientos compulsivos de consumo. 


El conocimiento científico se construye sin limitantes éticas, es el ser humano que le da un uso práctico quien debe aportar ese elemento regulador y poner esos límites.


domingo, 17 de septiembre de 2017

Don Quijote y su idealismo en el mundo actual

Alejandro Presmita L.
Jorge Díaz C.
Sergio Sepúlveda C.
Victoriano Stuardo C. 
Enrique Palomera C.


 “Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones (…), las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén”. -
Miguel de Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”.



INTRODUCCIÓN

“Don Quijote de la Mancha”, la inmortal novela de Cervantes es una imagen, la concepción de un idealismo utópico, concebida físicamente en la de un hidalgo señor cincuentón que, embutido en una armadura anacrónica y tan esquelético como su caballo, acompañado de un campesino basto y gordinflón haciendo las veces de escudero montado en un asno, recorre las llanuras de La Mancha, heladas en invierno y candentes en verano, en busca de aventuras.

Su sueño es el de resucitar una historia, que nunca existió. Aquella de siglos anteriores de los caballeros andantes, que recorrían el mundo socorriendo a los débiles, desenredando entuertos, ejerciendo justicia para esos seres comunes que de otra manera jamás la alcanzarían. Todo este accionar, motivado por las novelas de caballerías, a las que les confiere total veracidad.

Este ideal es indudable que no es posible de alcanzar, porque todo en la realidad que vive Don Quijote así lo demuestra. Ya no hay caballeros andantes, ya nadie practica ni respeta las ideas que movían a aquellos, como tampoco aquellos duelos, sujetos a un estricto protocolo, que se realizaban entre un par de caballeros para la medición de sus fuerzas.
Él mismo manifiesta en su “Discurso sobre las Armas y las Letras”, que la guerra no la deciden las espadas y las lanzas, es decir el coraje y la pericia del individuo, sino el tronar de los cañones y la pólvora, una artillería que aniquiló aquellos códigos de honor individual y las proezas que generaron míticos héroes.     

Así, el sueño que convierte a Alonso Quijano en Don Quijote de la Mancha, no consiste en revivir el pasado sino en algo mucho más ambicioso: realizar el mito, transformar la ficción en historia viva. Y es esta la dirección de nuestro trabajo.

DESARROLLO

La Lucha Quijotesca:
Desde que emergió la filosofía como actividad en el mundo de lo humano, uno de los deberes más importante que nos impone a cada uno es el de conocernos a nosotros mismos, con un objetivo claro y muy sincero, buscar esa verdad interna sin ánimo de poseerla por completo, pero con indicios y herramientas que hagan que estos sueños e ideales pasen a ser parte nuestra. Por otro lado, podemos decir que cada persona es un soñador, incluso que todo lo que realizamos sin entender la fuerza que lo impulsa, puede ser llamado locura desde el punto de vista profano. Pero esta locura es tergiversada pues la base que la sustenta, no tiene relación con el estado comúnmente reconocido. Nadie comete una locura consciente y esta conciencia es motivo del porqué es distinta, del porqué tiene una base, que la sustenta. Esta motivación es la perseverancia que vemos en nuestros propios ideales, la cual debe traducirse en una mejora continua interna. Dentro de esta lucha interna por ser mejores, vamos a sufrir innumerables derrotas, pero no es un término de tal situación, sino un paso más para alcanzar nuestros objetivos, por lo cual en este caso podemos, como lo hizo Don Quijote, relacionar los gigantes con sus desafíos y su ímpetu con el esfuerzo y decisión de seguir sus propios ideales.


Las visiones de Don Quijote están ligadas directamente con su lucha por sus ideales, tal cual aquellas ilusiones con los gigantes, que para los demás eran simples molinos de viento. Su energía proviene del espacio, la naturaleza y las condiciones manejables por el entorno. Don Quijote ve gigantes y estos pueden representar los grandes desafíos y/u obstáculos que enfrentar para seguir su camino sin descanso en favor de sus ideales, aunque nacen más preguntas que respuestas con respecto a ello. 

¿A qué tipos de desafíos refiere?, ¿internos o ideales como principios?; ¿o eran en apariencia solo molinos que no tiene sentido cuestionarse? Por otro lado, al luchar contra estos gigantes, El Quijote desencadena en una pelea con objetivos personales, una guerra interna, difusa e inentendible para los demás. Entonces, ¿el Quijote vive en un mundo de apariencias, o esta falta de entendimiento nace de la inconciencia y al prejuicio social? 
La lucha contra los gigantes representa valentía y compromiso, lucha por sus principios, como también los objetivos personales o globales que pueden reflejarse en los deseos de cada persona y/o como grupo. En el libro, la lucha contra esos gigantes no es otra cosa que atacar molinos de vientos, lo mismo estando frente a un bosque donde cree que hay otros gigantes que hacen ruido, anteponiéndose a estos objetivos y lo gigante puede deberse con su locura o hasta quizás con su ego.

Es en este punto necesario sostener que la locura y la cordura, como muchas conductas socialmente normadas y etiquetadas, dependen de prismas que cultural o institucionalmente logran o pretenden imponerse. La reflexión entonces conduce, entre otros derroteros, a preguntarse si el principio de que es posible producir un cambio personal y por consecuencia lenta, pero eficaz y profunda, transformar la sociedad toda, es en lo presente una falta de cordura o una expresión de lucidez esclarecida. 

En efecto, se escucha frecuentemente que aquellos que procuran un cambio social desde las acciones e interacciones en los nodos y redes que les son más cercanos (personal, familiar, laboral y grupal), obedecen a métodos estériles, anquilosados y propios de sujetos comodones. Respecto ello, tal como indica el teórico social francés Michael Foucault, “Hay que ser un héroe para enfrentarse a la moralidad de la época”. Como Don Quijote y Sancho, como debe aspirar a ser aquel que cumpla los dictados de su conciencia ilustrada, aquella que le permite distinguir entre gigantes y molinos de viento donde quiera que ellos batan sus brazos o aspas, según corresponda, sosteniendo ideales en tiempos en que un pragmatismo carente de la esencia de una enseñanza seria y de la relevancia de acto fecundo, tilda fácilmente de locos a aquellos que por el estudio, la justicia y el trabajo y sin intervenciones extrañas, pretenden por su propio esfuerzo purificar al ser humano, conducta que por lo demás, si aquellos tuvieran razón y fuera efectivamente una locura, sería de aquellas que Silvio Rodríguez aconseja llanamente no curar.


En efecto, vivimos tiempos en los que el hombre común ha ido ajustando o acomodando su búsqueda de la felicidad a partir de la negación de la realidad que lo rodea, sobreponiendo a ella una versión o interpretación de ésta más digerible, menos agobiante, más cómoda. Ha optado por obviar o a su entender simplificar la realidad que le rodea, minimizando los grandes problemas que aquejan a la sociedad de la que es parte. Y frente a los problemas más evidentes y por tanto menos soslayables, se posiciona en la periferia de estos para evitar el enfrentamiento, visualizándolos como problemas cuya solución escapa a su alcance y a su ámbito de acción, argumentando la mayor parte de las veces que se trata de una realidad inmanente e inmutable, y por tanto fuera de su dominio.  Así, la vida de este hombre común se va desarrollando cubierta por un halo de aparente normalidad. Pero es una tranquilidad que ignora una realidad cargada de postergación, de falta de equidad, de egoísmo e individualismo, de desamor.

Pero afortunadamente también existen hombres que, lejos de tener una mirada complaciente o indiferente frente a sus propios problemas y a los de la sociedad en la que viven, a partir de una conciencia esclarecida deciden miran de frente estos flagelos personales y sociales y, con decida aunque por supuesto impopular y extraña actitud, se disponen a nadar contra la corriente e ir a enfrentar cual quijotes a aquellos gigantes formidables, por más que el común de la gente los vea o  como simples e inocuos molinos de viento.

Son esos hombres los quijotes, esos a los que la posibilidad de ser catalogados de inútiles idealistas nos los amilana. Los que, con una conciencia esclarecida que para otros puede ser más bien signo de peligrosa locura, se echan a la aventura de recorrer los caminos de la vida, lanza en ristre para combatir el mal y el error como única posibilidad de forma de vida. Sí. La única posibilidad, porque los quijotes tienen esa tremenda y supuesta desventaja: La venda ya cayó de sus ojos, y ven. Y no saben mentirse ni mentirle a los demás, por lo cual no pueden engañarse ni engañar respecto de lo que ven. Y cuando ven gigantes no pueden simular que son molinos de viento, como tampoco pueden evitar enfrentarlos una vez que los han visto. Así se arrojan a la aventura del caballero errante en defensa del honor y de la virtud, sin garantías de triunfo, pero entienden también que no vale la pena vivir para ganar, sino que vale la pena vivir para ser quién se es y ser fiel a eso, y que sí vale la pena dedicar, si es preciso, la vida entera a la conquista de aquellas cosas sin las cuales no vale la pena vivir. Y dar todas las batallas que sea necesario en procura de la consecución de los ideales que se abraza porque no hay alternativa para los quijotes.  El de caballero errante es más que un oficio, una forma de vida, una manera de asumir la realidad. Podrán luego de cada lance encontrarse exhaustos y muchas veces desalentados y derrotados. Pero el cansancio es pasajero y la derrota un estímulo que motiva y alienta la vocación de la lucha, por lo que pronto comienzan a sentir nuevamente bajo sus talones el enjuto costillar de Rocinante, y vuelven al camino, con su adarga al brazo.


"En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:


–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.

–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:

–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete."

(Extracto de “El Quijote de La Mancha”).

Revisando tan pequeño texto extraído de la novela, nos damos cuenta que la metáfora que se esconde detrás de ella es que El Quijote está luchando no solo con sus enemigos terrenales, sino que también con sus enemigos mentales, sus enemigos internos, que también debe derrotar para continuar con su camino; ¿Y de qué forma los vio?... como unos verdaderos gigantes, que no eran seres humanos imaginarios o imaginaciones de no más allá de su tamaño, sino que gigantes sacados de su propia mente, a los cuales debía vencer. 

En nuestro camino personal, debemos proseguir nuestra senda luchando también con cosas que se escapan de nosotros mismos y decimos nosotros mismos porque cada uno tiene pensamientos que colectivamente forman los gigantes de la sociedad en la cual estamos inmersos. Nuestra labor es ser líderes intachables en nuestras sociedades, por muy pequeñas o grandes que sean. Nuestra misión es esparcir el bien y luchar contra el mal y el error, que encaja los términos de intolerancia, despreocupación, impaciencia, el no escuchar, tendencias mesiánicas, la no perseverancia, entre otras más.

Sin sueños no hay luchas, por ende, sin desafíos no hay triunfo. Pero estas luchas, que en teoría terminan siendo parte del sueño, ¿es necesario pelearlas?

Sancho, su escudero, trata de explicarle a El Quijote en el momento que ve los molinos, que estos no son gigantes, sino simples molinos, a lo cual el hidalgo caballero no hace caso, insistiendo en su cometido y terminando herido y en ridículo. Ahí está la lucha, la defensa del ideal, el intento de lograr hacer los sueños realidad que termina llamándose QUIJOTADA.

Cuando reflexionamos introspectivamente nos escuchamos a nosotros mismos, nos pensamos, nos conocemos, nos toleramos, nos sentimos, comenzamos a vernos como seres imperfectos en busca de la perfección, tratamos de hacer nuestras vidas mejores en base al conocimiento, la fraternidad y por encima de todo, por la generación de una mayor conciencia. Eso nos permite tener a nuestros gigantes al frente y luchar contra ellos, aunque otros los vean como simples molinos de viento.

Don Quijote y la Locura:
El concepto de locura aplicado a la porfía de insistir en la consecución de los ideales, es un punto fuerte de constancia y perseverancia ante situaciones que están interactuando para alejarnos del camino de los ideales que están trazados en la mente de cada uno de nosotros. En la novela se aprecia el tono de locura de forma exacerbada y con un carácter de paranoia por continuar en los ideales trazados por el mismo protagonista, ello obviamente basado en la época en la cual se centra la obra, la cual fue lanzada a la luz en el año 1605. 

Pero, ¿de qué se trata en sí esta supuesta locura del Quijote?; ¿tendrá la locura un sentido o un prejuicio de la propia sociedad o de Sancho solamente?  Esta locura quijotesca puede entenderse como parte de un crecimiento personal, dado que El Quijote en su entendimiento del honor, termina siendo gatillado por las lecturas de libros de caballeros, por tanto, el equilibrio de sus ideales con respecto a su incorporación de estos provienen del conocimiento y la meditación, dado que como sabemos, se entrega a leer libros de caballería con inmensa afección y gusto, llegando a ser tanta su curiosidad y aparente desatino en esto, que incluso vende muchas tierras para comprar literatura caballeresca, dando pie con ello a que se piense que este entusiasmo es el que lo lleva a la locura, obviando que esta supuesta enajenación es la que concretamente le presta coraje en su personaje, en la vida en general.


Narra la novela que el protagonista enloquece después de leer demasiadas novelas de caballería. Adopta un nuevo nombre, decide enamorarse de Dulcinea de Toboso, a la que nunca ha visto y sale de casa junto con su escudero Sancho Panza, en busca de aventuras para mejorar el mundo. Se considera un caballero andante, siguiendo el modelo del Rey Arturo de Inglaterra, de Amadís de Gaula y de muchos otros. La caballería es una religión para Don Quijote. Traba batallas que no son necesarias, al menos a los ojos de los demás, saliendo molido de ellas, ve la realidad de forma diferente, como si estuviera bajo un encantamiento. Don Quijote, aunque en supuesto enloquecido, es un hombre de bien, al cual no le gusta el mundo así como es y por ello lo quiere mejorar, sin por ello importar que sus batallas resulten siempre mal. Sancho Panza lo describe como un pobre caballero encantado, que no ha hecho mal a nadie en todos los días de su vida.

Bajo este concepto, vemos que poseemos un dejo de locura quijotesca, pues el caballero andante enarbolaba como finalidad principal, el mantener la espiritualidad en toda su fuerza y pureza, por sobre las pasiones del mundo y las miserias de este mismo.  Se toma como punto de apoyo el juramento de servir con lealtad y desinterés a la humanidad.

Nuestra locura se basa en la majadera y constante insistencia en el permanente perfeccionamiento de nosotros mismos para con nuestros semejantes y para con mundo que nos rodea, la verdad ante todo, la honestidad, las entereza, la constancia con nuestros actos en base a valores y principios muy marcados, entre otros. Además de nuestra persecución de la utopía de buscar la perfección a pesar de nuestras falencias, las que procuramos mejorar y tratar en lo posible de despojarnos de ellas para llegar a ser hombres perfectos. Para ello es para lo que trabajamos, a pesar de sabemos que nunca llegaremos a serlo, aunque ello no impide creer que se puede. Ese es nuestro camino y nuestra locura como hombres de libre pensar, que estiman que pueden llegar a ser hombres perfectos por mas utópico que ello suene.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano plantea que una utopía, pese a alejarse constantemente por encontrarse en el horizonte, sirve al que busca alcanzarla para movilizar su pensamiento y acción. Los sueños, como vemos, no pueden ser un mero ejercicio teorético. Es necesario actuar para vivirlos. Toda aventura quijotesca, Quijote y Sancho incluidos, como también todos aquellos que tengan un espíritu afín, tiene su utopía particular, rescatando el concepto de utopía en el sentido que le entrega el científico nacional Humberto Maturana, es decir, aquello lejano al campo de la ciencia ficción, por tanto, fácticamente posible lograr, aunque quizás más por trascendencia que por presencia. Utopía, en esta dirección, se relaciona con el anhelo de recuperar algo que fue o de conseguir algo que no ha sido. La locura quizás, en este sentido, está en aferrarse ciegamente a una idea de sociedad solo verosímil, aunque abstracta y no realizable y el idealismo implica así mismo, luchar cada día por una sociedad posible, susceptible de realidad, verídicamente libre, igualitaria y fraterna.  Así comprendido, Don Quijote parece hoy no precisamente un enajenado mental.

Dulcinea, en este mismo sentido, representa la utópica perfección individual y social, en tanto un estado ideal pero factible de concretar, respecto del cual es posible soñar, trazar objetivos de vida y luchar por alcanzar. Es una ideación con referencia a algo concreto, es una aspiración de logro de un mejor orden de cosas, pero con un sustrato que viene de la antigua tradición humanista o individual, que lo hace ser totalmente apegado a los hechos, o sea, en nada locura, pero en todo sueño. Es la noción de que a partir de una constatación del ser y la correlativa aspiración de un deber ser, todo lo actualmente real es posible de perfeccionar, recuperando lo extraviado, preservando lo legado y construyendo lo anhelado, al igual que Don Quijote, recogiendo la historia y desde el camino biográfico escribiendo las líneas de un relato propio que sucesivamente se hará parte de un legado tradicional.

En este sentido, Dulcinea es la motivación que pone en movimiento la inteligencia y la voluntad, pues el hombre de bien, como El Quijote y su fiel compañero Sancho, transita o viaja en pos de alcanzar ese estado de perfección que de modo muy sugerente se encuentra en uno, pero a la vez en la mirada de uno al otro, en el amor fraternal, en otras palabras. El hombre de bien sabe que ese final perfecto es quizás imposible a su condición humana, quimérico en este sentido pero que, con cada paso dado, este efecto necesariamente asociado a su consecuencia, se encuentra más cercano, de modo que aunque el estadio final se traslade conforme las evoluciones y revoluciones de la humanidad lo dispongan, nunca la distancia entre caminante y destino se debe al renunciar al viaje, sino que al hecho que cada día la meta perfecta incorpora nuevos parajes al camino. El Quijote, en esta dirección, reconoce que no es lo más importarte ver a Dulcinea, sino que creer en ella, sostenerla con convicción y defenderla de los incrédulos. Como se escucha algunas ocasiones: loco o cuerdo, qué importa. Lo importante es la valentía y el compromiso con los valores a los que se adhiere con convicción. Y esa adhesión tiene que ver necesariamente con el amor. Y en todo este cuento, quizás la gran locura para el paradigma contemporáneo sea precisamente amar al otro.

Mientras tanto aquellos que se autodefinen cuerdos y observan con lástima se preguntan: ¿hasta dónde puede llegar la insensatez de malgastar el tiempo en quimeras?; ¿cuál puede ser el afán de intentar cambiar la realidad?; ¿hasta dónde puede llegar la locura de buscar lo inalcanzable? 

Dicen también los pensados sensatos, los cuerdos, los que tiene los pies bien puestos en la tierra, que tan sólo basta un sencillo ejercicio de constatación para aceptar de que la humanidad nunca ha alcanzado los logros y metas que los idealistas han visualizado y han propuesto. Y en eso no se equivocan. La humanidad nunca llegó hasta donde los idealistas proponen que se puede llegar. Pero no es menos cierto que la humanidad jamás habría avanzado hasta donde lo ha hecho en reivindicaciones sociales, en el respeto a la dignidad humana y la ética, sin que ellos no nos hubieran arrastrado con su rebelde porfía. 

¿Dónde radica entonces la locura, la actitud delirante?; ¿está en el que alza la voz en medio del bullicio estéril, para reivindicar la posibilidad de construir una sociedad distinta, donde rijan los valores universales del humanismo?; ¿o está en aquellos que han hecho de lo insano, de lo injusto, de lo anti fraternal, una situación de normalidad?
¿Será un síntoma o expresión de locura la posibilidad de imaginar y procurar un mundo distinto, donde la justicia, la libertad, el amor sean tesoros valorados por todos y para todos, sin exclusión?; ¿Será locura entender  como realidad no solo aquella que padecemos sino también aquella que necesitamos y que logramos imaginar y soñar por el sólo hecho de haber sido llevada al plano de la conciencia?; ¿No será que estamos hechos no solo de lo que vivimos sino también de aquello que soñamos vivir, o sea de nuestra realidad constatable y de aquella potencial que espera pacientemente que seamos capaces de parirla?.

La realidad entonces tiene los mismos límites que tiene nuestra vista que se pierde en el horizonte, que representa aquel potencial e idílico destino de nuestra marcha, el lugar donde residen nuestras utopías, nuestros ideales, hacia los cuales hemos tomado la decisión de caminar entendiendo que el sentido de hacerlo no se encuentra en la meta, sino en el camino mismo. El camino es el medio y es el fin en sí mismo. 

La visión moderna del Quijote está en el espíritu rebelde, justiciero, que lleva al personaje a asumir como su responsabilidad personal cambiar el mundo para mejor, aun cuando tratando de ponerla en práctica, se equivoque, se estrelle con obstáculos insalvables y sea golpeado, vejado y convertido en objeto irrisorio.


¿Qué hace que, a través de cuatro siglos, la historia de esta pareja inmortal siga cabalgando sin tregua ni desanimo sobre todos los continentes de la tierra?

Se concibe su idealismo tan contrario a aquello que ocurre en la realidad y de lo cual la cultura de los pueblos entiende como válido por su aceptación general, pero es la generalidad de la aceptación lo que realmente se valida como una verdad establecida. Es ahí donde se generan a través del tiempo los verdaderos Quijotes que, con sus ideas a contramarea de la generalidad, incentivan cambios en las sociedades. Cuán importante es que constantemente surjan estas conciencias críticas, tan necesarias en toda sociedad para generar las transformaciones necesarias que permitan una sociedad mejor, concebida en la igualdad, la fraternidad y libertad de todos sus miembros.

Es aquí donde está el profundo sentido de aquilatar realmente esos grandiosos retos que aceptamos ingenuamente, sin cuestionarnos ni dimensionar en su real alcance en cuanto a que debemos sobreponer la razón por sobre las pasiones y los intereses grupales, para inspirarnos sólo en grandes ideales. Realmente, UNA QUIJOTADA.

Son gigantes la mentira, la infamia, la injusticia, la inequidad, las grandes diferencias de oportunidades en los distintos estratos de nuestra sociedad para el acceso a las respuestas a las más fundamentales necesidades del ser humano, como son el derecho a la educación, el derecho a los servicios de salud, a la seguridad de la integridad física de las personas y a pensiones que dignifiquen la vejez y así tantas otras más de muy largo enumerar, los que no tienen otra solución que un gran acuerdo social inspirado en los valores de solidaridad y justicia que consideramos propios de los dictados de una conciencia ilustrada.

CONCLUSIONES

El idealismo quijotesco nos invita a plantearnos la posibilidad de fraguar en nuestra conciencia altos ideales que favorezcan el desarrollo de una sociedad más justa, igualitaria y fraterna, para lo cual debemos forjar nuestro temple, fortalecer nuestra voluntad y que sea ésta la que nos levante luego de cada frustración, de cada batalla perdida y nos aliente a seguir, a insistir. Porque el único enemigo, el único gigante que puede vencer a un hombre de bien es el temor y la falta de convicción y voluntad.

Este lance, esta batalla continua contra aquellos gigantes que moran en nuestro interior y que intentan burlar nuestra conciencia, aparentando ser inofensivos y apacibles molinos de viento, representa el derrotero ineludible de todos los que renunciaron a continuar con una vida común, para iniciar otra conducente a los caminos que hay que recorrer en busca de otro mundo posible de construir, uno donde los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad rigen la vida de los hombres, donde todos valen lo mismo y nadie es más que alguien. Donde nadie tienen siquiera que llamar a nuestra puerta, porque todas las puertas están abiertas. Un mundo donde la justicia no se impone, se respira, se aprende junto con las primeras palabras. Un mundo donde nadie defiende los derechos humanos, porque nadie los viola. Un mundo donde nadie le quita nada a nadie, porque todo es de todos y nadie tiene más que alguien. Un mundo donde nada de esto se impone por decreto, sino que por amor.

Que, en este camino la vida nunca nos traiga de regreso bajo forma de apostasía. Tengamos presente que, cuando El Quijote regresa de sus aventuras, desiste de todas las historias caballerescas y decide convertirse en pastor, la insania parece abandonarle, pero, así como la locura desaparece, también lo hace la vida y lentamente va enfermando hasta que finalmente nuestro hidalgo caballero muere. Por ende, una duda nace: ¿Era su locura lo que le mantenía con vida?


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