lunes, 12 de junio de 2017

Las Políticas Públicas como Mecanismos de Caridad, Filantropía y Equidad



Las Políticas Públicas como Mecanismos de Caridad, Filantropía y Equidad


Creado por: José Muñoz Vásquez y Luis Alcaíno Veliz.-

El tema “Las Políticas Públicas como Mecanismos de Caridad, Filantropía y Equidad”, tiene dos formas de enfrentarse: Como una combinación de conocimientos y contingencia, o bien como una mirada esotérica de un fin que carece de tiempo, pero que trasciende.

Hemos optado por lo segundo, lo cual tal vez provoque desencanto, pero creemos que aquello que es invisible es determinante a la hora de ver al hombre, y que este espacio virtual acoge al ser humano, más allá de la ideología, el momento y la división.

Introducción 

La palabra filantropía es usada para señalar el amor a la humanidad y ese amor es expresado por medio de actos desinteresados de ayuda hacia otros. Un filántropo es una persona caritativa, solidaria, colaboradora, bondadosa, altruista, que se preocupa por los demás en varias instancias, por ejemplo, cuidando el medio ambiente porque su devenir no solo le afecta a él de manera directa.

Su origen etimológico proviene de la unión de dos palabras del idioma griego: philos y anthropos, las que podemos traducir como amor y hombre, respectivamente. Entonces, filantropía significaría amor a la humanidad. 

La conducta del filántropo será comprensiva, buscará la equidad en la sociedad, será desprendido materialmente y también solidario, practicando siempre el humanismo. Creemos fuertemente que es filántropo no solo aquel que colabora para que la sociedad mejore, crezca y tenga bienestar, sino que también aquel que se piensa y se sabe igual ante otros seres humanos. También debe respetar las diferencias, especialmente las culturales y valorar la cultura de cada sociedad. La persona que practique la filantropía luchará contra todo para poder defender los derechos humanos de todas las personas del mundo, en particular en beneficio de aquellas que sufren por su condición social o por discriminaciones de todo orden.

El filántropo, por lo general, debe practicar la justicia social. Esto significa que tendrá contemplación hacia los grupos sociales marginados y tratará de ayudarles, porque ante la ley son personas iguales en derecho, aunque no en hecho, ya que claramente sus condiciones de vida no son adecuadas, no obstante, podrían ser mejoradas en gran medida a través de acciones que aumenten el bienestar social y que en cierto modo igualen las oportunidades de todos los miembros de la sociedad, o por lo menos, en aquellas cuestiones que consideramos son necesidades básicas.

Puede ser que se confunda a la filantropía con la caridad, pero no son las mismas cosas. La caridad apunta a colaborar con los problemas de la sociedad para que estos tengan una solución temporal, ayuda con una limosna que quizás haga que ese día alguien no sufra el hambre. En cambio, la filantropía pretende brindar ayuda para que esos problemas sociales tengan una solución definitiva, para que nadie sufra hambre ningún día.

Tampoco debemos confundir al filántropo con aquella persona que ejerce el mecenazgo. En la Antigüedad, el mecenas era aquella persona que por poseer grandes sumas de dinero, ayudaba a algún artista a tener éxito, ser conocido o simplemente a desarrollar su talento. En la actualidad, el mecenazgo es ejercido en esa misma área (cultura y arte), sin intención de conseguir una retribución de algún modo. De todas formas no es lo mismo mecenazgo que donación, porque el primero consiste en crear un compromiso a lo largo de los años.

Desarrollo

1.- Política Pública

La política como actitud, es una actividad de finalidades, las cuales derivan de las ideas, de las convicciones, de los intereses, de las necesidades.

Las ideas, convicciones, interés y las necesidades, pueden convertirse en discurso y vacío, en promesas carentes de sentido y forma, en voluntad humana desperdiciada. Pero además estos conceptos pueden dar raíces de causalidad a una serie de fenómenos de actividad y de construcción.

Las ideas al servicio del hombre pueden ser puestas como ídolos de barro que hace que el hombre se ponga a su servicio. 

Las convicciones, firmes resultados de la percepción del mundo, pueden ser motor de la voluntad o esquemas odiosos de diferencias y división.

Las necesidades, defectos estructurales del existir en un mundo que cree en la carencia, pueden ser oportunidad de dar justicia y equilibrar la balanza adulterada de la fuerza bruta, sea esta la violencia de cuerpo o la prepotencia de los poderes fantasiosos del dinero, la religión, la dirección política u otros.

Los intereses, legítimas manifestaciones de las intenciones de cada individuo, pueden ser el detonante del acuerdo, la negociación y el balance, o ser el articulador oscuro de la camarilla que encubre intenciones.

Mundo real de una realidad convenida, el mundo se estructura desde su física, carente de metafísica o provistas de una mirada de lo invisible.

En ese mundo real, el flujo constante de las interacciones, impiden el acuerdo monolítico, la mirada idílica de la fraternidad universal, la unidad de propósito, o la presencia generosa del amor.

De ahí organizar los esfuerzos, dar lugar a reglas de convivencia, a un todo común que desde lo posible haga de lo de cada uno un bien para todos, más allá del hoy, mirando el tiempo como un aliado de la realización de mejores cosas.

En este escenario, que describimos sin juntar palabras que prejuzguen el juicio, la sociedad organizada sobre la base de gobiernos, estructuras de poder, participación y representación, además de recursos financieros, humanos y materiales, convive consensuando la prelación de objetivos, los cuales guardan relación con los débiles y su oportunidad y con los poderosos y su interés.

Débiles en cuanto desventajados, no como enmarque sólo del económicamente pobre. Poderosos en cuanto administran esferas de influencia, no solo en cuanto dinero y fuerza bruta.

Así, a la definición de los cursos de acción tendientes a resolver los problemas comunes, articulados o coordinados desde el Estado, provistos de marcos de valor y de núcleos de decisión y recepción, podemos llamarle política pública.

2.- Las Políticas Públicas como Mecanismos de Caridad, Filantropía y Equidad

Desde lo definido antes, es posible desprender que la política pública desde su naturaleza es causa de efectos. Y sus efectos, regularmente estudiados desde la objetividad y la objetivación, producen alteraciones en la realidad que pueden ser deseados por todos, deseados por pocos o rechazados por muchos.

La caridad, sinónimo de la compasión que es la conciencia despierta de la semejanza de la realidad de uno respecto de otro, al punto de amar lo que el otro es en cuanto igual, alimentará las ideas, convicciones, intereses o necesidades de los que la incorporan a su mirada del mundo y, dependiendo de los actores que levantan los planos de la finalidad, pasar a ser elementos presentes de una política pública.

Pero su sola presencia no garantiza que la acción que se vincula a ella recoja en la práctica su sentido, y al contrario su ausencia en las palabras y diseño de la política pública tampoco determina la ausencia de la caridad en la acción.

Igual ocurre con la filantropía y la equidad, pues su concurrencia desprovista de actores que las realicen puede impedir llevarlas a cabo.

La política pública como herramienta, más allá de lo que se declame en ella no es en nada producto directo de la caridad, la filantropía o de la equidad sin que existan hombres decididos a ser caritativos, filantrópicos o equitativos.

La caridad no es un bien objetivo, la filantropía no es una acción colectiva, y la equidad no es un motor estable.

La política pública es fraterna, solo en cuanto existan hombres fraternos, es justa en cuanto existan actores justicieros y es filantrópica en cuanto existan actores dispuestos a darse a sí mismo como regalo a sus hermanos iguales y carentes, esto es, como regalo a la humanidad, sea cual sea la porción de ésta en las que les corresponde vivir y ser.

No se puede forzar el amor, no se puede ser justo sin vivir en la justicia. 

La política pública así vista, no es un propiamente un mecanismo de caridad, filantropía y equidad, sino que una oportunidad de rectificación y realización que pueda hacer real la existencia de una casa en la que todos entren.

Cuando el bien de un solo hombre sea visto como el bien de todos, cuando el amor como forma de convivir, mirar y hacer sea la luz con la que contemplamos al otro, cuando dar no sea sinónimo de perder y cuando la justicia resplandezca como la voz natural de todos, ese día la política pública será el himno de la fraternidad de todos los hombres.

Conclusiones

Consecuente con lo anterior, las buenas ideas y una política pública adecuada serán esenciales para la promoción de la filantropía y el fortalecimiento de la sociedad en el país, sin embargo, es igualmente importante la capacidad de convertir en prácticas concretas las buenas ideas, cuando tal acción significa introducir nuevas o mejores políticas públicas. 

Las diferentes políticas públicas afectan la capacidad de las organizaciones de la sociedad en general, para promover el bienestar social, la democratización, la gobernabilidad efectiva y las agendas efectivas de apoyo a la filantropía. Tales acciones se refieren a las maneras en las que tales políticas pueden ser modificadas con el fin de acrecentar el potencial de estas organizaciones para contribuir a la promoción del bienestar público y de las prácticas y los valores esenciales de la vida cotidiana. 

Por lo tanto, es importante plantearse, entre otras, estas dos preguntas:

¿De qué manera los legisladores y gobernantes –en este caso, quienes desean introducir nuevas políticas o mejorar las ya existentes– pueden promover de mejor manera sus objetivos en el país?

¿Qué es lo que podemos aprender acerca de convertir las buenas ideas y las acciones de filantropía en políticas públicas efectivas?


Bibliografia: Filantropía, por Cesar Alcalá Brazón.

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