lunes, 10 de agosto de 2015

¡Llevadme a donde queráis! ¡Hoy no trabajo!

Por: Vicente Zambrano

Para quienes lean este aventurado, sugestivo, íntimo y bien intencionado trabajo, quería pedirles “perdón por” y a la vez “permiso para” colocar, en el vasto y fértil campo de vuestra mente, una semilla de la que brote la curiosidad para investigar, descubrir y darle la oportunidad a conocimientos que, por antiguos, la humanidad, en sus “reformas educativas” (por nombrarlo de alguna manera) fue dejando de lado como simples figuras o estampas literarias, sustrayéndoles la profundidad que poseían, siendo creadas (y en esto especulo) por verdaderos estudios que la inteligencia de la época dio a luz. Verán…

Cuando era un escolar, tuve la suerte de ganar, junto con los miembros de mi grupo de teatro, una colección de libros de mitología griega para niños. En aquel  momento, decepcionados por no tratarse de un juguete, cada uno llevó un libro de la colección a su casa. Afortunadamente, decidimos leer el libro que nos tocó  y, para sorpresa nuestra, las historias, junto con sus gráficas didácticas, eran entretenidas. Luego de devorar mi primer libro, decidí intercambiar libros con mis otros amigos y así ¡todos tuvimos oportunidad de leer la colección completa! Nos volvimos expertos en las historias mitológicas (contadas a nivel infantil, claro está). Pero,  a falta de  la madurez necesaria, no imaginamos o concluimos en las enseñanzas escondidas en esas historias.

En estos días en los que mis necesidades intelectuales me llevan a leer diversos e interesante temas, leí algo acerca de la relación entre la Mitología (sobre todo la griega) y la Psicología. Pues dicen los estudiosos que para la Psicología, los mitos han sido ese primer paso para que esta ciencia trate de entender la conducta humana; es como si “los griegos utilizaran los mitos para hablar de los patrones psicológicos del alma”. También se dice que Sigmund Freud, habría utilizado temas de las estructuras mitológicas más antiguas, que mostraban las maneras de percibir el mundo,  para ejemplificar los conflictos y mecanismos de la vida psíquica inconsciente. Bueno, al respecto, esto explicaría por qué síndromes, complejos, fobias y demás del vocabulario psicológico, tengan sus orígenes de personajes de la mitología.

Entonces yo, haciendo caso a lo que otro gran psicólogo llamado Carl Gustav Jung  afirmaba, al decir  que “si el hombre actual quiere liberarse de su letargo, deberá encontrar el sentido de su existencia a través de la profundidad de sus propias fuerzas inconscientes, por cuanto la psique es originaria e intrínsecamente creadora”, empecé a buscar sentido a las historias que leí y he "redescubierto" a la mitología de mi infancia que con sus alegorías, representa el comportamiento del hombre en todos los tiempos.  Entonces, concluí (lo que de seguro no es sorpresa para la mayoría) que el Olimpo, “lo más alto” de aquella tierra de mitos, en donde vivían los dioses, era la misma mente humana, dado que cada deidad es la representación de sus emociones, pasiones y temores. Al fin y al cabo siempre hemos leído y escuchado que estamos dentro de un dios y un dios está en nosotros; para este caso, los dioses son todas esas expresiones humanas que nos caracterizan.

Animado por estas conclusiones, hice un análisis de una de mis historias favoritas, tal como la recuerdo:

Se trata de Hefestos, el deforme hijo primogénito que avergonzó con su existencia a la arrogante y vanidosa pareja real de los dioses del Olimpo: Zeus y Hera. Como se acostumbraba en la época, la madre, Hera, arrojó a su hijo recién nacido desde lo más alto de una montaña, para que muriera, porque no sería “útil a la sociedad o para la guerra.

Mi comentario: Doy la razón a lo que se expresa, de que el hombre ignorante y ensimismado no soporta la “fealdad” ni la “incapacidad física” externa. Es como si en el fondo quisiera borrar el pasado de la fealdad que atravesó durante su evolución. Como resultado aún no hay acuerdos ni consideraciones definitivas para encajar en la sociedad activa a quienes presentan capacidades distintas. No se ve más allá de lo físico. Por otro lado, si de encajar en un grupo social se trata, existe también una costumbre individual de negar o esconder una capacidad o característica distintiva en sacrificio por pertenecer a un grupo que, probablemente, esté equivocado, pero la distorsión de los valores pesa más al momento de la aceptación de las diferencias. Continuemos...

Fue tal la fuerza con la que Hera lanzó al pequeño Hefestos, que éste voló por días hasta caer en el mar. Afortunadamente, fue rescatado por las diosas Tetis y Eurínome, quienes lo criaron en la clandestinidad, pero nunca le negaron el conocimiento de su origen. Entonces, el rechazo que sufrió de sus desnaturalizados padres, llenó a Hefestos de resentimiento. Pasado el tiempo y contra todo pronóstico, en lugar de convertirse en un dios de los mares, donde fue criado, Hefestos sintió, más bien,  atracción por el fuego, la forja y los elementos  y los dominó al punto de convertirse en un artesano diestro y creador de maravillas.

¿Qué pienso?: Pues el fuego es símbolo de cambio, purificación y sacrificio. Para Hefestos, la posibilidad de resolución práctica de sus problemas y, en el caso de Prometeo, la claridad del conocimiento.  Un dios/niño rechazado, se sintió atraído a ese elemento. Quiso transmutar su infortunio en fortaleza.  No se quedaría sumido en la pena de un rechazo. Estaba preparado a superarse. Es, a mi forma de ver, la decisión positiva de quien vive en desventaja.

Con su talento y el agradecimiento profundo que sentía por sus madres putativas, el ahora dios artesano creo las más bellas joyas para Tetis y Eurínome; joyas que más tarde Hera vio en el vestuario de las diosas y, con la envidia que le caracterizaba, exigió saber quién las hizo. Las diosas no podían negarse al requerimiento y confesaron que fue Hefestos el creador de tales maravillas. Hera, solicitó a las diosas que le pidieran a Hefestos (de quién no tenía la más remota idea) una creación “digna” de su belleza. Tetis y Eurínome transmitieron el deseo de la diosa-reina, a Hefestos y éste encontró la “oportunidad de oro” para vengarse de su madre; así que hizo para ella el trono más hermoso que ojos mortales y divinos hayan visto. Cuando el regalo llegó a la casa de los dioses, Hera se sentó de inmediato sobre su regalo y, para su sorpresa, quedó atrapada por cadenas invisibles que ni las fuerzas de todos los dioses juntos podían romper.

¡Caray!: Pues, pensando en el caso de Hera, no es necesario ahondar en los terribles e inevitables desenlaces a los que una persona es llevada, por la enfermiza necesidad de satisfacer su arrogancia y ambición “sin importar qué”. Nada en sus recursos propios (otros dioses) podrá deshacer el desastre que fue creando para sí, sin haberlo considerado. Sigamos con el relato…

Desesperado, Zeus ordenó traer al Olimpo, al responsable de aquella ofensa. El primero en ir, fue Ares, dios de la guerra, conocido por belicoso, brutal y falto de inteligencia.  Éste intentó llevarlo a la fuerza, pero Hefestos  le propinó un severo golpe en la cabeza y lo expulso de su fragua. Ni siquiera Hermes, dios de las comunicaciones y el comercio, pudo, con su afamada elocuencia, convencer a Hefestos de liberar a su diosa-reina.

Miren qué familiar me parece: Esta fortaleza del fuego y seguro de la inteligencia, venció a la brutalidad de instintos y a la engañosa lógica que, desde una posición pesimista, hubieran hecho retroceder a la decisión de Hefestos, en revelar el error y el mal causado por quién debió protegerlo ¿No les parece que en cada revolución humana hay un toque de la obstinación de Hefestos en respuesta a la represión intentada por los elementos de poder del momento? Claro está, que la cegadora agresividad o el pesimismo pueden atacar a un ser desde su interior (sus propios dioses) o desde el exterior (antagonistas). Concluyamos la historia…

Entonces se ofreció Dionisio, dios del vino y el éxtasis  quien, con actitud amistosa, se reunió con Hefestos y lo embriagó, a tal punto que, llevado por el momento, exclamó a Dionisio y sus acompañantes: “¡LLEVADME A DONDE QUERÁIS! ¡HOY NO TRABAJO!”. Decisión sin precedentes en la férrea personalidad de Hefestos. Y, montado sobre una mula y sin control de sus sentidos, Hefestos fue llevado al Olimpo. Cuando pasó su embriaguez, se conmovió por el sufrimiento de su madre y la liberó. Desde entonces, Hefestos  tomó la posición que le correspondía entre los dioses.

Mi opinión es que: Aquí se muestra claramente el fracaso de un propósito válido (al menos para uno de los extremos de una realidad particular), cualesquiera sea el ámbito, cuando los sentidos son invadidos, seducidos y vencidos, por placeres directos, perfectamente pensados para "atontarlos", obstruyendo el discernimiento. El fuego de Hefestos, en esta historia, se extinguió o, en el mejor de los casos, se minimizó, con el vino y los placeres que Dionisio le proporcionó, olvidando su intención, fallándole a su convencimiento y, cuando estuvo a merced de todo el Olimpo, es decir, ante todas las emociones, todos los placeres, todos los temores, toda la manipulación en vigor, Hefestos hizo lo que se le pidió y se mimetizó y se mezcló con el resto de los dioses.

¡El pensamiento es veloz! Igual que mis analogías respecto a los eventos de actualidad, en donde cada uno de nosotros puede sentirse como un Hefestos cuyo  fuego de su propio entendimiento para la resolución de conflictos sociales o personales que nos afligen y de los que tenemos la intención de resolver y atender,  es atemorizado por los ataques (Ares) de violencia y/o represión (interna o externa en el individuo), o las convincentes noticias pesimistas mediáticas o conclusiones lógicas de auto conservación (Hermes), que nos inhiben y frenan y, a pesar de creer en el poder interior de vencerlos, aparecen los “Dionisiacos”  espectáculos deportivos, musicales, o políticos, o cualquier placer a los sentidos que tanto a usted, que se dio la paciencia de leer la historia que le cuento (y mis particulares interpretaciones),  como a mí, nos dan un recreo que se extiende tiempos extras de los que no nos damos cuenta cuando del momento en que  perdemos el control.

¿Soy sólo yo o usted, que me lee, concluyó algo parecido con esta pequeña historia contada para niños?

La Mitología es tomada con otros enfoques más científicos y centrados, en Psicología, en comparación a los que mi especulación me condujo para escribir estos párrafos. Mas mi intención no fue dar una cátedra de estas ciencias, porque no soy un profesional en tales materias, sino la de proponerle una apertura a nuevos campos de conocimiento de la naturaleza humana y considerarlos para su estudio. Créame cuando le digo que todos tenemos esa capacidad... Lea, investigue y ayúdese, para  su entendimiento, con una visión global, que involucra el recuperar la herencia escrita en historias y símbolos antiguos y las experiencias particulares en nuestro mundo moderno.


La Virtud de la Tolerancia

Creado por: Rodrigo Barrera Pincheira “La tolerancia es una virtud difícil; nuestro primer impulso, y...