Por: Vicente Zambrano
Para quienes lean este
aventurado, sugestivo, íntimo y bien intencionado trabajo, quería pedirles “perdón por” y a la vez “permiso para” colocar, en el vasto y fértil
campo de vuestra mente, una semilla de la que brote la curiosidad para
investigar, descubrir y darle la oportunidad a conocimientos que, por
antiguos, la humanidad, en sus “reformas
educativas” (por nombrarlo de alguna manera) fue dejando de lado como
simples figuras o estampas literarias, sustrayéndoles la profundidad que
poseían, siendo creadas (y en esto especulo) por verdaderos estudios que la
inteligencia de la época dio a luz. Verán…
Cuando era un escolar, tuve la
suerte de ganar, junto con los miembros de mi grupo de teatro, una colección de libros de mitología
griega para niños. En aquel momento,
decepcionados por no tratarse de un juguete, cada uno llevó un libro de la
colección a su casa. Afortunadamente, decidimos leer el libro que nos tocó y, para sorpresa nuestra, las historias,
junto con sus gráficas didácticas, eran entretenidas. Luego de devorar mi
primer libro, decidí intercambiar libros con mis otros amigos y así ¡todos
tuvimos oportunidad de leer la colección completa! Nos volvimos expertos en las
historias mitológicas (contadas a nivel infantil, claro está). Pero, a falta de
la madurez necesaria, no imaginamos o concluimos en las enseñanzas
escondidas en esas historias.
En estos días en los que mis necesidades
intelectuales me llevan a leer diversos e interesante temas, leí algo acerca de
la relación entre la Mitología (sobre todo la griega) y la Psicología. Pues
dicen los estudiosos que para la Psicología, los mitos han sido ese primer paso
para que esta ciencia trate de entender la conducta humana; es como si “los griegos utilizaran los mitos para hablar
de los patrones psicológicos del alma”. También se dice que Sigmund Freud, habría utilizado temas de las estructuras mitológicas más
antiguas, que mostraban las maneras de percibir el mundo, para ejemplificar los conflictos y
mecanismos de la vida psíquica inconsciente. Bueno, al respecto, esto
explicaría por qué síndromes, complejos, fobias y demás del vocabulario
psicológico, tengan sus orígenes de personajes de la mitología.
Entonces yo, haciendo caso a lo
que otro gran psicólogo llamado Carl
Gustav Jung afirmaba, al decir que “si
el hombre actual quiere liberarse de su letargo, deberá encontrar el sentido de
su existencia a través de la profundidad de sus propias fuerzas inconscientes,
por cuanto la psique es originaria e intrínsecamente creadora”, empecé a
buscar sentido a las historias que leí y he "redescubierto" a la mitología de mi infancia que con sus alegorías,
representa el comportamiento del hombre en todos los tiempos. Entonces, concluí (lo que de seguro no es
sorpresa para la mayoría) que el Olimpo, “lo más alto” de aquella tierra de
mitos, en donde vivían los dioses, era la misma mente humana, dado que cada
deidad es la representación de sus emociones, pasiones y temores. Al fin y al cabo siempre hemos leído y escuchado
que estamos dentro de un dios y un dios está en nosotros; para este caso,
los dioses son todas esas expresiones humanas que nos caracterizan.
Animado por estas conclusiones, hice un análisis de una de mis
historias favoritas, tal como la recuerdo:
Se trata de Hefestos, el deforme hijo primogénito que avergonzó con su
existencia a la arrogante y vanidosa pareja real de los dioses del Olimpo: Zeus y Hera. Como se
acostumbraba en la época, la madre, Hera, arrojó a su hijo recién nacido desde
lo más alto de una montaña, para que muriera, porque no sería “útil a la sociedad o para la guerra”.
Mi comentario: Doy la razón a lo que se expresa, de que
el hombre ignorante y ensimismado no soporta la “fealdad” ni la “incapacidad física”
externa. Es como si en el fondo quisiera borrar el pasado de la fealdad que
atravesó durante su evolución. Como resultado aún no hay acuerdos ni
consideraciones definitivas para encajar en la sociedad activa a quienes
presentan capacidades distintas. No se ve más allá de lo físico. Por otro lado,
si de encajar en un grupo social se trata, existe también una costumbre
individual de negar o esconder una capacidad o característica distintiva en
sacrificio por pertenecer a un grupo que, probablemente, esté equivocado, pero
la distorsión de los valores pesa más al momento de la aceptación de las
diferencias. Continuemos...
Fue tal la fuerza con la que Hera
lanzó al pequeño Hefestos, que éste voló por días hasta caer en el mar. Afortunadamente,
fue rescatado por las diosas Tetis y Eurínome, quienes lo criaron en la
clandestinidad, pero nunca le negaron el conocimiento de su origen. Entonces,
el rechazo que sufrió de sus desnaturalizados padres, llenó a Hefestos de
resentimiento. Pasado el tiempo y contra todo pronóstico, en lugar de
convertirse en un dios de los mares, donde fue criado, Hefestos sintió, más
bien, atracción por el fuego, la forja y
los elementos y los dominó al punto de
convertirse en un artesano diestro y creador de maravillas.
¿Qué pienso?: Pues el fuego es símbolo de cambio, purificación y sacrificio. Para Hefestos, la posibilidad de resolución práctica de sus problemas
y, en el caso de Prometeo, la claridad del conocimiento. Un dios/niño rechazado, se sintió atraído a
ese elemento. Quiso transmutar su infortunio en fortaleza. No se quedaría sumido en la pena de un
rechazo. Estaba preparado a superarse. Es, a mi forma de ver, la decisión
positiva de quien vive en desventaja.
Con su talento y el
agradecimiento profundo que sentía por sus madres putativas, el ahora dios
artesano creo las más bellas joyas para Tetis y Eurínome; joyas que más tarde
Hera vio en el vestuario de las diosas y, con la envidia que le caracterizaba,
exigió saber quién las hizo. Las diosas no podían negarse al requerimiento y
confesaron que fue Hefestos el creador de tales maravillas. Hera, solicitó a
las diosas que le pidieran a Hefestos (de quién no tenía la más remota idea) una
creación “digna” de su belleza. Tetis
y Eurínome transmitieron el deseo de la diosa-reina, a Hefestos y éste encontró
la “oportunidad de oro” para vengarse
de su madre; así que hizo para ella el trono más hermoso que ojos mortales y
divinos hayan visto. Cuando el regalo llegó a la casa de los dioses, Hera se
sentó de inmediato sobre su regalo y, para su sorpresa, quedó atrapada por
cadenas invisibles que ni las fuerzas de todos los dioses juntos podían romper.
¡Caray!: Pues, pensando en el caso de Hera, no es
necesario ahondar en los terribles e inevitables desenlaces a los que una
persona es llevada, por la enfermiza necesidad de satisfacer su arrogancia y
ambición “sin importar qué”. Nada en sus recursos propios (otros dioses) podrá
deshacer el desastre que fue creando para sí, sin haberlo considerado. Sigamos
con el relato…
Desesperado, Zeus ordenó traer al
Olimpo, al responsable de aquella ofensa. El primero en ir, fue Ares, dios de la guerra,
conocido por belicoso, brutal y falto de inteligencia. Éste intentó llevarlo a la fuerza, pero Hefestos le propinó un severo golpe en la cabeza y lo
expulso de su fragua. Ni siquiera Hermes,
dios de las comunicaciones y el comercio, pudo, con su afamada elocuencia,
convencer a Hefestos de liberar a su diosa-reina.
Miren qué familiar me parece: Esta fortaleza del fuego y seguro de la
inteligencia, venció a la brutalidad de instintos y a la engañosa lógica que,
desde una posición pesimista, hubieran hecho retroceder a la decisión de Hefestos,
en revelar el error y el mal causado por quién debió protegerlo ¿No les parece
que en cada revolución humana hay un toque de la obstinación de Hefestos en
respuesta a la represión intentada por los elementos de poder del momento?
Claro está, que la cegadora agresividad o el pesimismo pueden atacar a un ser
desde su interior (sus propios dioses) o desde el exterior (antagonistas).
Concluyamos la historia…
Entonces se ofreció Dionisio, dios del vino y el
éxtasis quien, con actitud amistosa, se
reunió con Hefestos y lo embriagó, a tal punto que, llevado
por el momento, exclamó a Dionisio y sus acompañantes: “¡LLEVADME A DONDE QUERÁIS! ¡HOY
NO TRABAJO!”. Decisión sin precedentes en la férrea personalidad de Hefestos.
Y, montado sobre una mula y sin control de sus sentidos, Hefestos fue llevado
al Olimpo. Cuando pasó su embriaguez, se conmovió por el sufrimiento de su
madre y la liberó. Desde entonces, Hefestos
tomó la posición que le correspondía entre los dioses.
Mi opinión es que: Aquí se muestra claramente el fracaso de
un propósito válido (al menos para uno de los extremos de una realidad
particular), cualesquiera sea el ámbito, cuando los sentidos son invadidos,
seducidos y vencidos, por placeres directos, perfectamente pensados para "atontarlos", obstruyendo el discernimiento. El fuego de Hefestos, en esta
historia, se extinguió o, en el mejor de los casos, se minimizó, con el vino y
los placeres que Dionisio le proporcionó, olvidando su intención, fallándole a
su convencimiento y, cuando estuvo a merced de todo el Olimpo, es decir, ante
todas las emociones, todos los placeres, todos los temores, toda la
manipulación en vigor, Hefestos hizo lo que se le pidió y se mimetizó y se
mezcló con el resto de los dioses.
¡El pensamiento es veloz! Igual
que mis analogías respecto a los eventos de actualidad, en donde cada uno de
nosotros puede sentirse como un Hefestos cuyo fuego de su propio entendimiento para la
resolución de conflictos sociales o personales que nos afligen y de los que tenemos la
intención de resolver y atender, es
atemorizado por los ataques (Ares) de violencia y/o represión (interna o
externa en el individuo), o las convincentes noticias pesimistas mediáticas o conclusiones
lógicas de auto conservación (Hermes), que nos inhiben y frenan y, a pesar de
creer en el poder interior de vencerlos, aparecen los “Dionisiacos” espectáculos
deportivos, musicales, o políticos, o cualquier placer a los sentidos que tanto
a usted, que se dio la paciencia de leer la historia que le cuento (y mis particulares interpretaciones), como a mí, nos dan un recreo que se extiende
tiempos extras de los que no nos damos cuenta cuando del momento en que perdemos el control.
¿Soy sólo yo o usted, que me lee,
concluyó algo parecido con esta pequeña historia contada para niños?
La Mitología es tomada con otros enfoques más científicos y centrados, en Psicología, en comparación a los que mi especulación me condujo para escribir estos párrafos. Mas mi intención no fue dar una cátedra de estas ciencias, porque no soy un profesional en tales materias, sino la de proponerle una apertura a nuevos campos de conocimiento de la naturaleza humana y considerarlos para su estudio. Créame cuando le digo que todos tenemos esa capacidad... Lea, investigue y ayúdese, para su entendimiento, con una visión global, que involucra el recuperar la herencia escrita en historias y símbolos antiguos y las experiencias particulares en nuestro mundo moderno.